La decisión de sentar a Casillas ante el Málaga es un desafío a Florentino Pérez y, sobre todo, otro más a la afición madridista, para tensar la situación y que lo despidan previo pago de una millonada
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La bravuconería de José Mourinho no tiene límites. Es conocido que el técnico del Real Madrid disfruta tensando la cuerda hasta límites insospechados y que se desenvuelve con soltura en el fango. Por eso no es partidario de restarle tensión a la frenética situación en la que ha metido a su equipo. Al contrario, le gusta incrementar la presión psicológica hasta el máximo, porque sabe que en esos fanagales juega con ventaja. Por eso, tomó la decisión de sentar a Iker Casillas ante el Málaga, lanzando así un nuevo órdago al presidente del club, Florentino Pérez, y principalmente a la afición madridista, a la que ha asestado un nuevo latigazo para que se muestre ostentosamente en su contra en el próximo partido del Bernabéu, De esta manera, obligará al mandatario blanco a echarle, previo pago de un numeroso fajo de millones de euros.Mourinho no da puntada sin hilo. Con esta polémica decisión ha querido culpar al principal símbolo del actual Real Madrid de ser el chivato de la plantilla, al que está buscando denodadamente, pero, como en el césped, sin éxito. El castigo al mejor portero del mundo del último lustro lo ha ejecutado después de acorralar en un despacho, junto con otros cinco adláteres, al periodista de Radio Marca Antón Meana, con intención de asustarle para que le revelara la fuente que pone al día a los seguidores blancos del juego sucio que se desarrolla en el vestuario madridista. En una prueba más de su desbaratada prepotencia y soberbia, le llegó a espetar al informador: "En el mundo del fútbol yo y mi gente somos top, y en el mundo del periodismo tú eres una mierda".
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La fanfarronería de este matasietes no tiene paragón, pues después de tomar la injusta medida no ha sido capaz de contar públicamente las verdaderas causas que le han llevado, mediante un funambulismo mental, a tomarla. Y, con suma cobardía, esconde el castigo bajo una supuesta decisión técnica que nadie se cree. Aun reconociendo que el portero de Móstoles no está en su mejor momento de forma, especialmente en la salidas de portería, la diferencia con el también canterano Adán, hoy por hoy, son abismales. Y sin culpar de la derrota al joven de mejorada del Campo, pues la defensa no hizo mucho por arroparle, el abismo de seguridad que ofrecen uno y otro a compañeros y rivales es proporcional a las distancia entre el currículo de ambos. Casillas tiene un valor añadido ganado a pulso durante las trece temporadas que lleva en el primer equipo, en las que también ha sumado 140 internacionalidades con la selección. Todo un récord.Mourinho exigió al principio de temporada el fichaje de un portero que le hiciera la competencia a Casillas para impedir que el campeón del mundo se relajara. Pero como el presidente y sus asesores deportivos no lo consideraron oportuno, el entrenador portugués no ha cejado en su misión de cercenar el prestigio del capitán blanco, al que envidia por sus éxitos y, sobre todo, por las buenas relaciones que mantiene con la prensa. Lo mismo que le pasa con Ramos y, en menor medida con Xabi Alonso. Este desvarío del entrenador dos veces campeón de Europa ha provocado la división del vestuario blanco en dos grupos antagónicos, el de españoles y el de los que hablan portugués, lo que está dilapidando el poderío del todavía campeón de Liga.
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El divorcio entre técnico y portero viene de lejos, pues el primero no le perdona al segundo que protagonizara una entente de concordia con el barcelonista Xavi tras la tormenta de clásicos de hace dos temporadas. De hecho, ya le dio un aviso en el torneo Bernabéu de la temporada pasada, cuando también le dejó de suplente ante el asombro de la afición. Tampoco se olvida de que su pupilo siempre se decanta por el seleccionador Vicente del Bosque como mejor entrenador de la FIFA. Es más, en enero de este año repitieron un enfrentamiento verbal en los medios, que se ha reproducido recientemente, tras culpar el preparador a algunos jugadores del bajo rendimiento del equipo esta campaña. Pero tras estos contenciosos, al responsable técnico le tenía que haber calado que la afición está con el guardameta, al que admira y ve como una madridista de corazón. Y aunque haya algunos que sean capaces de silbarlo porque crea desasosiego en sus escasas salidas del marco, Iker ya es un símbolo del club del nivel de Raúl, Butragueño o Di Stéfano, a los que es necesario preservar por decencia.Una decisión de este tipo no beneficia a nadie, ni siquiera a Mou, pues aunque este solo se ama a sí mismo y sitúa su interés por encima del del club, su prestigio y su currículo se están viendo afectados negativamente, pues si no culmina la temporada con un milagro en la Champion, ya no podrá lucir en su pecho las medallas que le gusta ponerse al repetir hasta la saciedad que ha hecho campeón a todos los equipos a los que ha dirigido. Incluso su pedigrí como técnico mejor pagado del mundo se resentirá. Y si todo termina con un año en blanco, Florentino, al que le sorprendió la decisión tanto como a la afición, se verá abocado a un nuevo cese, en esta ocasión más que caro, pues al luso aún le restan dos temporadas más de contrato, a razón de diez millones de euros anuales. Toda una fortuna en estos tiempos de crisis. Además, parece que no hay nadie en el mercado actual que le convenza para sustituir al todopoderoso Mourinho, quien está socavando el prestigio del Real Madrid más que los éxitos del Barcelona. Y con unas elecciones a menos de una año vista. Peligro, peligro.