Durante un encuentro con Fernando Vicente, el genial ilustrador madrileño que se ha convertido en uno de los referentes de su especialidad desde que se hiciera conocido en las revistas de cómic de los años 80, con ocasión de su última exposición en Madrid, quise saber su opinión sobre lo que para mí es más que evidente, como que estamos viviendo el preludio de una nueva "Movida". Salvando las distancias y seguro de que habrá otro tipo de expresiones artísticas y sociales de la misma, lo que se respira en el ambiente son las ganas de hacer cosas. De crear. De explotar por algún lado desarrollando cualquier inquietud artística, de expresarse, de vivir la cultura a pie de calle.
Fernando Vicente en La Fiambrera (Madrid)
Fernando Vicente, quien durante años ejerció como Director Creativo en agencias de publicidad, estuvo de acuerdo con la sensación y coincidimos también en que coyunturalmente había un cierto paralelismo: Si la Movida Madrileña fue la vía de escape natural a las ganas de libertad y tomar la calle cívicamente tras el fin de la dictadura, después de casi una década de crisis económica quien más quién menos tiene ganas de sacudirse el color gris de sus vidas. Pasear por Malasaña o Lavapiés y encontrar sus numerosas obras de Urban Art, los espacios polivalentes culturales como librerías que también son cafeterías o enotecas, la proliferación de eventos, festivales, certámenes o exposiciones en nuevas galerías o cualquier espacio que se tercie, nos dan una referencia de que toda la creatividad expresada en blogs, tumblr o cuentas de instagram darán en breve la sorpresa.
Hablando de exposiciones, la de Fernando Vicente ya terminó, pero hay otras dos que pueden verse lo que queda de mes y que son de visita recomendada para quienes quieran conocer un poco más de cómo fue y quiénes hicieron posible aquél periodo brillante.
7 Pecados Capitales.
Precisamente, compañeros del ilustrador en aquella época, son los que la nueva galería Johnny Cool Art ha obrado el milagro de reunir por primera vez en décadas para una misma exposición. Entrar a la misma es como abrir un número de la mítica Madriz, y disfrutar con las obras de Ana Juan, Fernando Bellver, Rafael Canogar, Ceesepe, Javier de Juan, Javier Mariscal, acompañados por Bea Pérez y Maria Luisa Sanz.
Ana Juan y Fernando Bellver en el folleto de la exposición.
Si sabes de quienes estoy hablando, entenderás la mezcla de emoción y nostalgia que te invadirá cuando contemples aquellas piezas en las que todo el estilo y talento de los artistas se mantiene intacto. Con especial mención a mi admirado Javier de Juan, quien es capaz de contar una historia con unos pocos trazos, con o sin apoyo de sus característicos textos integrados en los cuadros. Un estilo que, como confesó Fernando Vicente en la ocasión con la que empezaba este post, servía a veces pícaramente para cumplir con los compromisos de entrega de originales a la revista sin necesidad de hacer una historieta completa, con muchas viñetas, solucionado con una sola a página completa que lo contara todo.
Un recurso muy característico de aquella generación y que hoy, como podrás comprobar, sigue siendo vigente. Cada uno de los autores ha reflejado un pecado capital, salvo precisamente Javier de Juan que nos deleita con dos vistas de un solo pecado. Y, si tienes posibilidades económicas, llevarte una obra original iluminada a mano por él mismo a un precio más que razonable.
Flashback, de Leopoldo Pomés.
Y tan solo a cien metros de esa exposición en la calle Bretón de los Herreros, saliendo a Santa Engracia, puedes aprovechar el viaje para disfrutar de otra maravillosa exposición, esta vez de fotografía, en la increíble sala del Canal de Isabel II construida dentro de su depósito histórico que por sí mismo merece la visita y que reúne en forma de retrospectiva antológica fotografías de un artista multidisciplinar.
Pomés, (Barcelona 1931) que triunfó como fotógrafo pero se desarrolló también como cineasta, dibujante y hasta gastrónomo, por lo que merece un sitio en este blog es por su trayectoria en publicidad. A él se deben campañas como las burbujas de Freixenet o la que más fama le dio con el caballo blanco de Terry. Pero dentro o fuera de su contexto publicitario, las fotografías de Pomés son obras de estética exquisita, comprometida, sólida y de técnica impecable.
Además de su trabajo en publicidad, que ocupa la mayoría de la exposición, destaca su faceta como retratista y su época conceptual, a caballo entre el mero ejercicio artístico y el relato social periodístico o costumbrista.
Dos exposiciones con un amplio horario para que no se te escapen si estás en Madrid en noviembre y disfrutes de la fusión entre Pop Art y publicidad. Sin olvidar que el barrio en el que se encuentran ambas, Chamberí, merece por sí solo un recorrido que te lo descubra si aún no sabes que será el próximo barrio de moda en la capital, si es que no lo es ya, o dejó de serlo en algún momento.