Combatiente de ISIS
Dadas las desconcertantes noticias que circulan sobre la siniestra capacidad de algunas personas, para ejecutar acciones barbáricas sin asomo del menor remordimiento. Nace en mí la curiosidad de comprender cuál es el perfil psicológico de estos individuos, o de donde nace la conducta atroz que permite a un ser humano comportarse con indolencia ante el sufrimiento y el terror de otros miembros de la especie.
¿Por qué puede un ser humano ejecutar a otro que está en condiciones de indefensión total, con sevicia y sin asomo de piedad alguna?
¿Cuál puedes ser el motivo para que un hombre o una mujer se sacrifiquen por una causa política o religiosa, accionando un cinturón de explosivos, procurando de paso alcanzar al mayor número de víctimas?
¿Cómo descifrar las razones por las que un campesino o un citadino se incorporan a una organización subversiva?
Ciertamente son incógnitas complejas de analizar debido a que involucran decisiones elaboradas en la profundidad de la psiquis de cada persona. Por ello cada individuo determina en un instante hasta donde decide ceder su libertad de pensar y de actuar como hombre, entregando este derecho a las interpretaciones y decisiones que emita un caudillo o una camarilla de líderes que representan la voz y la conciencia de ese grupo o cuadrilla radical.
Ahora las motivaciones van desde lo religioso a lo político; impregnadas del suficiente fanatismo, con el acompañamiento de la educación escasa y de una baja capacidad de reflexión, además del poco sentido común.
¿Pero existirán algunas directrices que nos permitan entender por qué otro ser humano puede llegar a desplegar tanta crueldad?
Quizás los trastornos disóciales de la personalidad, reflejados a través de algún nivel de psicopatía nos ayuden en entender un poco las razones para comportamientos que nos desconciertan a los demás. Todo psicópata no posee razonamientos de culpabilidad ante cualquier acción ruin, aun ante las que alcancen mayores niveles de rudeza. Y es común en los sociópatas los comportamientos egocéntricos, megalómanos y hedonistas que son un conjunto de factores dedicados al culto del Yo de manera extrema. De esta forma se establece que en la persona que padece esta conducta, hay una ausencia de interés o preocupación por el dolor y las penurias de los demás; y si a eso le aunamos la ausencia de culpabilidad, con certeza tenemos a un engendro astuto y difícil de controlar.
Pero además puedo incluir otro supuesto y es que en la mayoría de los casos, estos criminales hacen parte de las clásicas huestes de perdedores entre el entorno que se desarrollan desde niños. Son personas que van por la vida sin metas, intereses y menos planes de mediano o largo plazo. Vaticinando que el mundo siempre está en su contra y que el entorno es hostil además de injusto.
Con ello se establece que son fácilmente atraídos por colectivos en donde su voz se apaga y se adsorbe ante un coro de iguales, dirigidos por una brillante mente destructiva, que los empodera y les posibilita mediante el uso de la fuerza bruta o de las armas alcanzar al notoriedad que como perdedores jamás alcanzarían.
Entonces cuando observo a la tropa baja de la subversión en mi país, o a los soldados de los bastiones extremistas musulmanes como ISIS o a los nacionalistas pro rusos en Ucrania. Es fácil comprender que estos grupos están conformados por individuos extremadamente violentos, sin educación, además de carentes de la capacidad de discernir ente el bien y el mal y motivados por la búsqueda de mucha atención sobre sí mismos, incitados por explorar el placer sin límites y los delirios de grandeza; así que ante ello no debo sorprenderme por los asesinatos crueles de sus cautivos, (como el degüelle del periodista james Foley). Las emboscadas sanguinarias como las que práctica la insurgencia de Colombia en contra de policías y militares. O el derribamiento de un avión de línea comercial por las milicias como ocurrió en Ucrania.
Ante estos hechos procuro analizar la sumisión de la tropa de base a ideologías anacrónicas ya superadas por la globalización y el capitalismo, como en el caso de los líderes guerrilleros de Colombia que imponen estas ideas arcaicas sobre sus dirigidos. También intento comprender las incongruencias doctrinales que predica el extremismo musulmán en donde se acomodan preceptos de su credo, para justificar las acciones terroristas y asesinas. Con ello olvidan convenientemente que su religión, al igual que las otras dos grandes nacidas de Abrahán privilegian el derecho a la vida como principio fundamental entre sus doctrinas más importantes. E igualmente me propongo razonar como la lucha por una bandera y estado escindido de uno actual y con antecedentes milenarios convoque a una absurda guerra.
Soy consciente que mis planteamientos hoy expuestos requieren de un amplio debate, puesto que no soy autoridad en el tema. Solo he tratado de presentar mis inquietudes sobre estas conductas que conviertes a los humanos en seres sanguinarios e insensibles. Intentando así llamar la atención de las autoridades, para que controlen en casa las conductas antisociales y los comportamientos considerados perdedores, con el objetivo de impedir que miles de jóvenes se alisten en estas empresas criminales y de terror, como tristemente acontece en la actualidad.
Pero así mismo concluyo que es una verdadera tragedia que debamos trasegar por el camino de la vida acompañados de individuos afectados por patologías tan severas y que nuestras civilizadas leyes no permitan devolver a estos seres el dolor que infringen a tantos.