¿Que queremos completar el menú de manera gratuita?, pues, ¿qué tal un poco de verdura, una ensaladita? De ellas, y gratuitamente si sabemos rebuscar bien, nos abastecen los feraces campos e incluso los solares urbanos: collejas, berros, tagarninas, canónigos… Y si ya somos unos gourmets, amigos del capricho culinario, hagamos como mi amigo, el loco Alonso, y redondeemos el opíparo almuerzo con algún palomino de añadidura los domingos, haciendo de paso, un favor a nuestros abnegados munícipes y su lucha incansable por librar a la ciudad de la plaga de palomas. (Próximamente, en este blog, les ofreceremos diagramas para construir trampas para cazarlas y un opúsculo sobre la cría de ratas).
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