Pero la realidad es que está teniendo efectos tan devastadores como la peor de las drogas, y los gobiernos tan panchos como si nada ocurriese. Un caso muy sonado es el del hijo de un senador estadounidense que asaltó un banco para jugar al póker en internet. Una mujer robó 65.000 dólares en el mismo lugar de trabajo para alimentar su adicción a raspar billetes de lotería. Y claro, el gobierno no dice nada porque se lleva alrededor del 35% del dinero apostado, mucha tela que de ninguna manera quiere dejar de recibir.
Los índices de juego patológico en todo el mundo siguen creciendo con la legalización de todos estos sitios de apuestas on-line, lo que indica que la única manera de hacerlos decrecer es prohibiendo. Una impresionante hipocresía gubernamental, que se lava las manos con campañas antidroga, mientras los niños juegan a la ruleta en internet, y en casi todos los ambientes ves a varios de tus compañeros de trabajo con ojeras que les llegan a las rodillas porque han estado jugando toda la noche, y en poco tiempo sus vidas y las de sus familias arruinadas. Así va nuestro mundo actual, por todos lados se habla de libertad, mientras que lo común es lucir grilletes, ya no en las manos y pies, sino en la voluntad.