Siempre hay que tener la mente llena de sueños, cuando se es joven y cuando se es mayor. Los sueños, los proyectos, las ilusiones nos ayudan a mirar el futuro con esperanza y optimismo, a pesar de los obstáculos y las decepciones que pueda depararnos. Es también marcarse metas que nos estimulan a seguir avanzando, a no caer en la derrota ni en el abandono de la inactividad y la apatía. Vivir es, en fin, afrontar cada día con la cabeza llena de sueños, el ánimo dispuesto a perseguirlos y, en lo posible, realizarlos para que esa satisfacción de alcanzarlos nos impulse a seguir soñando, sin desmayo ni cansancio. Es la mejor forma de permanecer despiertos, y vivos. ¡Que seáis ricos en sueños, amigos!