Mudanza de los sentidos, Ángela Hernández Núñez

Publicado el 22 marzo 2017 por Jordi_diez @iamxa

Coincidí en una presentación con la autora, premio nacional de literatura en 2016 en República Dominicana, y sus palabras me animaron a acercarme a su obra. Desconocedor absoluto de la biografía de la señora Hernández, por otra parte una de las autoras más galardonadas y conocidas del país, escogí su novela Mudanza de los sentidos, ganadora del Precio Cole de novela breve en 2001, porque entendí que sería representativa de su estilo. Y he de reconocer que la capacidad literaria de esta afamada y premiada autora no desmerece su currículum, pero también comprendí la enorme dificultad que tienen las letras dominicanas para salir y darse a conocer al exterior pues uno de los ejes alrededor del que giran muchas de ellas es el trujillismo, un tema que es a la literatura dominicana es lo que la guerra civil y las tetas al cine español
Y si bien las tetas y la guerra son dos temas que a todo el mundo le resultan conocidos, el trujillismo y la dominicanidad no son compartidos ni conocidos por apenas nadie que no pertenezca a la isla. 
La novela Mudanza de los sentidos es la historia de una niña que deja el campo para desplazarse a la ciudad en pleno auge de la dictadura de Trujillo, Rafael Leónidas Trujillo, un asesino que gobernó República Dominicana por treinta y un años, desde 1930 hasta 1961, en lo que fue una de las dictaduras más sangrientas de la América Latina. La historia de una niña a través de la cual se desgranan las relaciones personales entre los personajes que conforman el entorno de la menor, así como la vida más campestre de este hermoso país caribeño en plena dictadura. , pues uno de sus principales temas, 
Con un lenguaje casi poético, la autora narra situaciones cotidianas en la vida de la niña y de su familia. Una familia pobre (como el noventa por ciento de las familias aquí) , descabezada por la muerte del progenitor y obligada a mendigar continuamente el favor de los vecinos del pueblo y de la familia del fallecido padre de la niña, personas que aprovechan cualquier situación para recordar a Beba, la madre, lo desgraciada que es y cuyas conciencias no aprueban el hecho de que la señora tenga pretendiente sin haber transcurrido los suficientes años de viudez. 
En un ejemplo claro de novela costumbrista que por momentos me ha recordado a lecturas de mi juventud, Réquiem por un campesino español o Los santos inocentes, sin que se parezcan en nada entre ellas, Mudanza de los sentidos es una de esas novelas en las que lo que no se dice es tan importante como lo que se manifiesta en voz alta. Novelas en las que los secretos, las envidias, las medio verdades y los abusos de los pudientes a los miserables flotan en el ambiente como una niebla que se cuela en cada una de las almas de los protagonistas de esos secretos.
En verdad la novela, a pesar de su brevedad, es rica en su concepción pero sufre, en mi opinión y como he comentado al principio, de un exceso de dominicanidad. Con un lenguaje repleto de palabras y expresiones extremadamente locales se dificulta la comprensión y la lectura para personas ajenas al hermoso desafío dominicano al diccionario. Una característica  que se repite en otras novelas a las que también he tenido acceso, y que creo que es una de las causas de encierro de la literatura dominicana en una espiral sin salida, pues además de que muchas de sus letras versan en torno a figuras locales de escasa presencia internacional, como el propio Trujillo o Balaguer, el lenguaje tan caribeño aparta a sus autores del conocimiento, y reconocimiento, que merecen fuera de sus fronteras.  Que nadie mal interprete mis palabras, este exceso de dominicanidad, por decirlo de alguna forma, no es ningún problema, ni estoy en contra, ni me refiero con esta reflexión a la política o la vida cotidiana, ni mucho menos a sus gentes, esta situación la circunscribo únicamente a la literatura criolla. Cualquiera que me conozca un poco sabe de mi admiración por la belleza del país y de mi gratitud con él, pero el mundo no se acaba en las costas dominicanas, y allende ellas todo ese exceso de verbo frena al lector y por ende al reconocimiento de sus autores.
Sin embargo, es una novela que me ha gustado, que está muy bien escrita, que filtra en cada página el talento de su creadora. Reconozco que no es mi estilo, ni como escritor ni como lector, pero estoy convencido de que para aquellos lectores con un mayor sentido de la lírica que un servidor, es una novela que los dejará encantados y los acercará a una realidad tan vil como mágica.
Resumen del libro (editorial)
Mudanza de los sentidos ganó el Premio Cole de novela breve en 2001. Desde entonces, lleva más de diez ediciones impresas. Reveladora de un mundo vivo y recóndito que escapa, a través de la imaginación y la poesía, a la lógica atroz de la dictadura trujillista; mundo de dicha frente a la adversidad, sustentado por el poder de las palabras. La niña narradora va tejiendo el hilo de su vida y la de quienes le rodean mediante una densa expresión de matices poéticos y peculiaridades del habla oral rica en mitos, ritmos y ritos. “Ángela Hernández Núñez construye un universo a medio camino entre la ironía y la inocencia”. “Humor negro femenino”, “el lenguaje como protagonista”, “un universo narrativo que no tiene antecedentes en la historia literaria dominicana”, “fresca, real, actual”, “se goza, se llora, se ríe”.