Muere a los 94 años el fotógrafo de Auschwitz. Las escalofriantes fotografías lo persiguieron toda la vida.

Publicado el 29 octubre 2012 por Husmeandoporlared @husporlared
Estas escalofriantes imágenes de una joven chica judía tomada en Auschwitz están entre las miles que han perseguido a un fotógrafo toda su vida.
Wilhelm Brasse se vio obligado a tomar fotografías de niños asustados y víctimas de horribles experimentos médicos momentos antes de que murieran en el campo de exterminio de Auschwitz,  donde un millón y medio de personas, en su mayoría judíos, murieron en el Holocausto.
Wilhelm Brasse, quien murió esta semana a los 94 años, ha tenido que revivir los horrores de Auschwitz en su interior en muchos momentos de su vida. Está  considero un héroe después de que arriesgara su vida para preservar estas desgarradoras fotografías, que más tarde ayudaron a condenar a los monstruos nazis que ordenaron tomarlas.

Victimas asustadas: Wilhelm Brasse tomó entre 40.000 y 50.000 fotografías, entre ellas esta de Czeslawa Kwoka, después de que fuera golpeada por un guardia.

Desplácese hasta el final para ver el vídeo.

Fotografía de identidad de un preso de Auschwitz. Los nazis eran unos obsesos de la documentación. 


Brasse fue el fotógrafo del campo de concentración porque antes había sido fotógrafo profesional.


"Cuando empecé a hacer fotos de nuevo, después de la guerra, veía a los muertos. Iba a tomar la fotografía de una chica joven, un retrato, pero detrás de ella, volvía a verlos, como fantasmas que estaban allí".
"Veía todos esos grandes ojos aterrorizados, mirándome fijamente. No podía seguir adelante."
Nunca volvió a coger una cámara. En su lugar, emprendió un negocio de fabricación de embutidos y vivió una vida modestamente próspera.
Antes de la guerra, el señor Brasse era fotógrafo de retratos en un estudio propiedad de su tía en la ciudad polaca de Katowice.
Tenía buen ojo para la imagen y realizaba buenos retratos con facilidad. Pero su pacífica y próspera existencia se hizo añicos con la invasión nazi de Polonia en septiembre de 1939. Él era hijo de padre alemán y madre polaca.
"Cuando llegaron los alemanes, quisieron que me uniera e a ellos y que jurara lealtad al Reich, pero me negué. Sentía que era polaco y sólo polaco. Fue mi madre quien me lo inculcó "

Wilhelm Brasse quedó traumatizado de por vida.


Teniendo en cuenta la capacidad de persuasión de los nazis, dada su brutalidad, fue algo extraordinariamente valiente lo que hizo Brasse, el muchacho de 22 años de edad.
Después de varios interrogatorios por parte de la Gestapo intentó huir a Hungría, pero fue capturado en la frontera.
Fue encarcelado durante cuatro meses y se le ofreció otra oportunidad de declarar su lealtad a Hitler. Él declaró: "Querían que me uniera al ejército alemán y que todo sería olvidado si lo hacía."
Pero de nuevo se negó y el 31 de agosto de 1940 fue llevado en un tren al campo de concentración de reciente apertura en Auschwitz-Birkenau.
En febrero de 1941, fue llamado a la oficina del comandante del campo, el notoriamente brutal Rudolf Höss, quien más tarde sería ahorcado por sus crímenes.
El Sr. Brasse estaba seguro de que ese era su final, pero cuando llegó descubrió que la SS estaba buscando fotógrafos.
Siguió lo que debió haber sido una experiencia extraña y aterradora. Los hombres que estaban allí reunidos  pusieron a prueba sus habilidades fotográficas.
De haber fracasado hubiera vuelto al duro trabajo y a una muerte casi segura.
"Éramos cinco personas. Me preguntaron de todo - las técnicas de laboratorio y la capacidad técnica con una cámara. Yo tenía las habilidades necesarias, también hablaba alemán,  por lo que fui elegido."
Los nazis querían una completa documentación de sus prisioneros, lo que incluía sus fotografías. El Reich estaba obsesionado con los registros burocráticos y el 'Erkennungsdienst,', un fichero policial.  fotográfico.

Wilhelm Brasse fue enviado al campo de concentración de Auschwitz como prisionero.

En los campos de Auschwitz-Birkenau murieron un millón y medio de personas. Brasse fotografió a miles de esas personas.


"Las condiciones para mí fueron mucho mejores entonces. La comida y el calor eran divinos."
Pronto comenzó un desfile diario de condenados por este improvisado estudio fotográfico. Cada día  tomaba muchas fotos que otro grupo de prisioneros se encargaban de revelar.
El fotógrafo estima que él personalmente debe haber tomado entre 40.000 y 50.000 retratos.
Un día, un prisionero fue enviado a él por uno de los doctores de los campos, el infame Dr. Josef Mengele, quería una foto de un inusual tatuaje del hombre.
"Era muy hermoso. Era un tatuaje de Adán y Eva de pie delante del árbol en el Jardín del Edén, y obviamente había sido hecho por un artista experto".
Alrededor de una hora después de tomar la fotografía, se enteró de que el hombre había sido asesinado.
Fue avisado por otro preso para que fuera a uno de los crematorios del campamento donde vio al hombre muerto y que había sido desollado.

También hizo fotografías a los carceleros. El oficial de las SS Maximilian Grabner 


"La piel con el tatuaje estaba tendida sobre una mesa, esperando que fuera inspeccionada por este médico. Era un espectáculo horrible, horrible."
"A Mengele le gustaban mis fotos y me dijo que quería fotografiar a algunos de los presos con los que experimentaba. El primer grupo eran niñas judías. Se les ordenó que se desnudaran. Tenían entre 15 y 17 años y fueron atendidas por dos enfermeras polacas."
"Eran muy tímidas y estaban asustada porque había hombres que las miraban. Hice el mayor esfuerzo para calmarlas".
Brasse y otro preso lograron enterrar miles de negativos en los terrenos del campamento que fueron recuperados más tarde y que ayudaron a condenar a muchos nazis.