Muere de sobredosis una nieta de Bob Kennedy: radiografía de una familia marcada por la tragedia

Publicado el 02 agosto 2019 por Noticiastucuman

Antes de inscribirse en el Boston College, donde se especializó en comunicación y fue vicepresidenta de los demócratas universitarios, Kennedy Hill escribió sobre sus luchas con la depresión y las enfermedades mentales para el periódico estudiantil en Deerfield Academy, una escuela preparatoria privada en Massachusetts, en 2016.

Kennedy Hill pasó parte de su infancia en Irlanda, y a menudo dijo que estaba orgullosa de su herencia irlandesa y su nombre gaélico, lo que significa libertad.

Su padre, Paul Michael Hill, es uno de los cuatro Guildford, quienes fueron acusados ​​falsamente de estar involucrados en bombardeos del ejército republicano irlandés; fue encarcelado durante 15 años antes de que se anulara su condena. Él y la madre de Saoirse Kennedy Hill se casaron poco después de su liberación en 1993, y se separaron en 2006.

Una letanía de tragedias

Los Kennedy son la familia "real" estadounidense. Encarnan e irradian belleza, poder y lujo, bajo un pesado velo de tragedia.

La "dinastía" comienza en una pequeña casa del vecindario de Coolidge Corner, en Brookline, a pocos minutos del centro de Boston, donde se instala una acomodada joven pareja de recién casados: ellos son Joseph P. Kennedy, presidente del Columbia Trust Bank, y Rose Fitzgerald.

La casa quedó chica y los Kennedy se mudaron muy cerca, a una mansión levantada en la esquina de Abbottsford y Naples, donde vivieron hasta 1927, cuando se mudaron a Riverdale, en el alto Manhattan.

Fotos familiares de la década del 30 muestran a un grupo de jóvenes en días de verano lejos del destino ominoso que les esperaba.

"Son la contraparte más cercana a una familia 'real' que tienen los estadounidenses", dijo Patrick Maney, un profesor del Boston College que se especializa en historia presidencial.

JFK, alguna vez fotografiado como un adolescente de piel dorada, cuerpo esbelto y sonrisa amplia, se convirtió en el 35° presidente de los Estados Unidos, y su asesinato en Dallas el 22 de noviembre de 1963, todavía abruma a las generaciones mayores de estadounidenses.

El 5 de junio de 1968, Robert "Bobby" Kennedy, para muchos el hombre que pudo haber cambiado la historia, fue baleado en la cocina del Hotel Ambassador de Los Ángeles. Murió casi un día después. Tenía 42 años.

La bala del revólver calibre 22 disparada a menos de tres centímetros de su cabeza por Sirhan Bishara Sirhan, si es que él la disparó, entró por detrás de la oreja izquierda y dispersó fragmentos de su cerebro

Bobby dejaba atrás diez hijos y su viuda Ethel Kennedy, embarazada de Rory que nació pocos meses después.

El 16 de julio de 1999 la tragedia volvía a golpear a las jóvenes promesas de la familia, John Kennedy Jr., el "príncipe" de América, hijo de JFK y Jackie Bouvier, desparecía en pleno vuelo, junto a su esposa y su cuñada, mientras volaban hacia Martha's Vineyard en Massachusetts.

Antes que él, David Anthony Kennedy, el cuarto hijo de Bobby, introvertido y sensible moría también de sobredosis. Tenía 28 años.

La vida de David es un manual de tragedias. Él mismo casi muere ahogado cuando tenía 13 años, mientras nadaba en el Pacífico con sus hermanos.

David vio en directo por TV las imágenes de su padre asesinado, y ese fue el comienzo del uso de drogas poco después.

En 1973, su novia Pamela Kelley quedó paralizada en un accidente de tránsito. Él también resultó herido, y la adicción a los calmantes no tardó en desatarse.

El 31 de diciembre de 1997, la tragedia se posó sobre Michael LeMoyne Kennedy, también hijo de Bobby y sobrino de JFK. Tenía 10 años cuando su padre murió.

Era un joven abogado, un idealista, con reputación arruinada por un escándalo sexual, por un affaire con la niñera de sus tres hijos. Un romance que habría comenzado cuando la joven tenía 14 años.

De vacaciones en Aspen, poco después de la cuatro de la tarde, mientras jugaba con amigos a una suerte de fútbol con esquíes, Michael -quien no llevaba casco- chocó contra un árbol. Cerca de las seis de la tarde, lo declaraban muerto.

El círculo de desastres familiares parecía cerrado, hasta este viernes, cuando la joven Saoirse escribía su propio capítulo trágico en el drama familiar.

Fuente: The New York Times y archivo Clarín