Muere en Ibiza Antonio Escohotado, ensayista y profesor universitario.

Publicado el 23 noviembre 2021 por Santiagomiro

El filósofo Antonio Escohotado murió el domingo, a los 80 años, en Ibiza. En la cuenta de Twitter del autor, gestionada por su hijo, anunció la triste noticia: “Descanso en paz arropado por mi familia”, añadiendo que su voluntad era ser enterrado en Santa Agnès de Corona, en el municipio ibicenco de Sant Antoni. Había nacido en Madrid pero su infancia transcurrió en Río de Janeiro, ciudad donde su padre ejerció como agregado de prensa en la Embajada española. Su vuelta a España supuso pasar “del trópico pagano al nacional-catolicismo mesetario de nuestros años cincuenta”, como él mismo señalaba. De joven estuvo muy próximo al PCE, pero sus camaradas le acusaron de esteticista ya que, como rememoraba él mismo con sorna, “leer a Heidegger o a Marcuse estaba muy mal visto”.

Ya en los 70 dejó un trabajo estable en el Instituto de Crédito Oficial (ICO), y se trasladó a Ibiza a “hacer la revolución sexual y dar un ejemplo de una vida ecológicamente correcta”. En 1984, abandonó la isla para ingresar en la prisión de Albacete, donde cumplió una condena de dos años, tras verse envuelto en una historia de tráfico de drogas con la mafia corso-marsellesa. El filósofo y escritor contó esa experiencia en el libro ‘Mi Ibiza privada’ (Espasa, 2019) y la recuperó en ‘Antonio Escohotado’, un documental biográfico de la serie ‘Ibiza Habla’, escrito y dirigido por Samaj Moreno y en 'Los penúltimos días de Escohotado', un libro del periodista Ricardo F. Colmenero, ambos publicados el año pasado. El filósofo y ensayista fue también un activista a favor de la legalización de la marihuana.

Diego Torán, portavoz de la familia y marido de la hija del filósofo, explica cómo a Antonio Escohotado “nunca le han gustado muchos los médicos” ni los hospitales, por lo que “ha estado hasta el último momento”, evitando hacerse pruebas médicas y “dando la espalda a sus posibles achaques”. “Su última voluntad era recibir sepultura en la pequeña parroquia ibicenca de Santa Agnès”. Destacó las visitas recibidas por “un montón de artistas, de pensadores, de fans” y “el reconocimiento enorme para su obra”. Enfermo de cáncer, se había trasladado hace meses a su casa de Ibiza para pasar sus últimos días y, en la tarde del sábado, al empeorar su estado, ingresó en la Policlínica Nuestra Señora del Rosario.

Escohotado escribió más de una veintena de obras de una gran variedad de campos, aunque principalmente se centró en escribir sobre el derecho, la filosofía y la sociología. Entre sus obras destaca “Historia general de las drogas”, “Los enemigos del comercio”, “Caos y Orden”, “Hitos del sentido: Notas sobre la Grecia arcaica y clásica”, o “Aprendiendo de las drogas: usos y abusos, prejuicios y desafíos”. Estas fueron algunas de sus ideas más relevantes:

- “De la piel hacia dentro empieza mi exclusiva jurisdicción. Elijo yo aquello que puede o no cruzar esa frontera. Soy un estado soberano y las lindes de mi piel me resultan mucho más sagradas que los confines políticos de cualquier país.

- “Si los adultos no reclaman como derecho inalienable la automedicación, y el de conocer por vías sensatas todas las formas descubiertas para alterar la conciencia, la farmacracia impondrá cada vez más sus intereses particulares como bien común.

- “Sigue siendo fácil conseguir que los hombres se dividan en bandos antagónicos por razones que no provienen de su verdadera conveniencia. El bombardeo publicitario es una forma de hipnosis cada vez más eficaz y la cruzada terapéutica constituye un objetivo intensamente promovido a ese nivel.

- “El Estado contemporáneo ha asumido los afanes eclesiásticos, alegando imperativos del progreso científico allí donde su predecesor se justificaba por mandatos divinos. Insertado en su concreto presente, el control farmacológico no es un proyecto disociable del que potencia la propaganda como información fundamental y ubicua. Lo equivalente al poder farmacrático planetario es el procesado de noticias hecho por 'mass media' que se concentran progresivamente en menos manos (tres o cuatro a lo sumo), donde la vieja censura es autocensura y la libertad de expresión depende del acceso o falta de acceso a esos cauces”.