No existe un sólo aficionado al cine que no le deba a Ray Harryhausen cientos de horas de fascinación y entretenimiento ya sea directamente o en forma de legado. Y es que este alquimista de lo imposible, animador de efectos especiales desde que a los dieciséis años se quedará embelesado durante una proyección de King Kong, ha sido una influencia reconocida en las posteriores carreras de gente como George Lucas, Steven Spielberg, Tim Burton, James Cameron o Peter Jackson y una de las figuras detrás de las cámaras más icónicas y queridas por los aficionados al fantástico de los años 50, 60 y 70.
Nuestra despedida completa al mago, tras el salto.
Su técnica provenía de un arduo trabajo creativo y físico, aunque estaba fundamentalmente basada en una pasión que le llevó a convertirse en autodidacta cuando ni siquiera había cumplido la mayoría de edad. Fue entonces cuando el precursor de la animación cuadro a cuadro, Willis O'Brien, le tomó como asistente, un hecho que Harryhausen definió como crucial para su carrera.
Amigo personal de Ray Bradbudy hasta su fallecimiento el año pasado y alérgico profundo a Hollywood -trabajó siempre desde Londres-, este americano afable y reservado dedicó su vida a parir las criaturas más increíbles, desde dinosaurios hasta extraterrestres pasando por monstruos mitológicos, dando forma a varios de los terrores y fantasías que cimentaron el cine del siglo XX e ilustrando los sueños y pesadillas de varias generaciones de espectadores.
Hoy no hay un sólo monstruo en la faz de La Tierra -o en cualquier otro planeta o dimensión- que no haya derramado una lágrima. Descanse en paz.