La conferencia previa de Israel López Estelche (autor también de unas excelentes notas al programa, que dejo enlazadas en los compositores) pese a titularse "Thanatos sustituye a Eutherpe: la muerte como acicate" no cayó en el morbo ni supuso planteamientos humanos o divinos, simplemente nos recordó cómo la muerte está presente en las obras de tantos compositores más allá de los que ocupan el décimo programa. Desde su dominio de la música del pasado siglo fue abocetando con rigor y concisión dada la amplitud y subjetividad del tema, autores y obras hasta las más cercanas y trágicas como las protagonizadas por el terrorismo, citando obras "en él inspiradas" de S. Reich en torno al 11S como WTD 9/11 o J. María Sánchez Verdú del 11M con Arquitecturas del vacío). Muerte inspiradora más allá que la propia vida desde los inicios, independientemente de cómo la planteemos: vida tras la muerte o vida hacia la muerte, vivir para morir, morir para vivir... apasionante dualidad única, muerte llena de vida, vida llena de muerte.
La orquestación del propio Ravel de su nada convencional Pavana para una infanta difunta aplacó los ánimos con una sonoridad rica, especialmente en una cuerda que este viernes sonó como me gusta, muy trabajada por el maestro Bayl que pareció buscar tensión e intensidad en todas las obras desde la primera nota. Como continuidad buscada, interrumpida por los aplausos lógicos, siguió el Cantus in memoriam Benjamin Britten de Arvo Pärt sólo para cuerda y una campana, auténtico coral desde la cuerda que empastó como si de voces instrumentalizadas se tratase, dinámicas en partitura muy inspirada donde "todo surge y acaba" que escribe López Estelche. Colocación vienesa pero con los contrabajos a la derecha, Pärt no sólo rinde homenaje al siguiente compositor programado sino que preparó a los músicos y público anímicamente, siempre con la clara dirección del australiano, que marcó arriba el final de la campana para dejarla sonando lo que debía y evitar aplausos indebidos (sigo preguntándome cuál es la razón de parte del público para interrumpir sin degustar el sabor que deja la última nota flotando en el aire).