Muerte sin resurrección: Capítulo DIECINUEVE (II)

Publicado el 28 octubre 2013 por Rmartinezguzman @RMartinezGuzman
JUEVES SANTOCapítulo Diecinueve (II)


A primera hora de la tarde, Eva continuaba en su despacho. Llevaba tres horas encerrada, llamando por teléfono, apuntando datos, haciendo esquemas. Muchas veces perdía la mirada indefinidamente en la pared hasta que comenzaba a escribir de manera compulsiva en un folio que, al poco rato, tiraba a la papelera para empezar otra vez de cero. Por eso, la papelera estaba casi llena, su cabeza al borde del agotamiento, y el teléfono de encima de su mesa, siendo utilizado ahora por última vez.Señor Álvarez, por fin le localizo. Soy la inspectora Santiago, me encargo de investigar el asesinato de Sebas.Sí, me acuerdo de usted. Dígame, ¿hay alguna novedad?De momento, no. Seguimos investigando, por eso deseaba hacerle una pregunta en relación al caso.Le escucho.Si no recuerdo mal, cuando yo llegué el martes a la fábrica, usted estaba a la entrada con sus otros dos compañeros, y un policía le preguntaba en ese momento insistentemente por el aspecto físico de la mujer que había visitado a Sebas aquella mañana.Me acuerdo, pero es que ninguno de nosotros nos fijamos en ella lo suficiente como para poder dar una descripción muy detallada.No, no le llamo por eso. Haga memoria, porque es importante. ¿Ese policía pretendía que usted le dijera qué aspecto tenía esa mujer o que le confirmara un físico que él ya conocía?El hombre pensó un momento al otro lado del teléfono. Luego contestó dubitativo:Pues a decir verdad, ahora que me lo pregunta usted, yo creo que no tenía la menor idea de cómo era su aspecto hasta que nosotros se lo dijimos.¿Está seguro?Sí, yo creo que sí.Muchas gracias, y le tendremos informado de cualquier avance.Eva apuntó en uno de los folios que tenía delante y esbozó una sonrisa. Una pícara, de las que surgen inconscientemente cuando creemos que hemos descubierto algo al alcance de muy poca gente. Luego miró el reloj. En su última llamada, Antón le había anunciado que no tardaría más de media hora en llegar y ya casi se había cumplido el tiempo. Se levantó y se encaminó a la máquina de café de la entrada, con los folios en la mano. Allí sacó un café con leche y salió a la entrada a tomarlo. A aquella hora, un tímido sol intentaba calentar el frío Jueves Santo orensano.Apenas había empezado a remover su café, llegó Antón:¿Qué te ha dicho la Guardia Civil? —lo recibió Eva.Poca cosa. Me han pedido un día más. No encuentran el atestado porque como no tenemos ni la fecha ni el lugar exacto, no pueden saber qué destacamento cubrió el accidente. Esa carretera la cubren varios.Bueno, da igual. Vamos para dentro a ver si está el jefe libre y hacemos recuento de la situación. Lleva toda la tarde queriendo hablar con nosotros.Los dos recorrieron el pasillo hasta el fondo y llamaron a la puerta del despacho de Míguez. A sus espaldas, la comisaría entera parecía un funeral. Desde dentro, la inconfundible voz del comisario les contestó:Pasen.Primero entró Eva, luego Antón, sentándose a la vez en las dos sillas situadas frente a la mesa, bajo la atenta mirada de Míguez. El comisario permanecía en silencio. Un silencio que, en cuanto ellos acabaron de acomodarse, lo rompió sin compasión, con una mirada en los ojos capaz de helar la sangre del mortal más templado:Espero que tengan algo, y algo bueno. Esa desgraciada se ha cargado a uno de los nuestros.Se tomó un respiro, luego se reafirmó:A uno de los nuestros, y en nuestras narices. La quiero ya, viva, muerta o en formol. Eva, desde ahora, tiene a todos los agentes a su disposición, para lo que los necesite. Pero quiero ver a esa mujer en el calabozo ya —Su tono subía a cada palabra que repetía—. Y si hace falta salgo yo a la calle a perseguirla, pero nadie, nadie, se carga a uno de mis hombres y luego se va a su casa a dormir tranquilamente, ¿me entienden?Los dos policías afirmaron con la cabeza al unísono. Luego continuó, ya algo más calmado:Díganme que ya han averiguado algo relevante...Eva tomó la palabra:Jefe, la muerte de Miguel nos afecta a todos y somos enteramente conscientes de la situación —El comisario seguía a la expectativa—. Respecto al caso, creo que debemos mantener la cabeza fría, y si lo hacemos, veremos que este último asesinato revela muchos datos interesantes. Miguel es clave, porque es la única víctima a la que conocimos vivo y muerto.Le escucho.Creo que ya estamos en disposición de determinar la manera de actuar de la asesina y, a su vez, una parte de las motivaciones que la impulsan a hacerlo. Es posible que nos equivoquemos en algún punto, pero ese es un riesgo que debemos correr. Si la queremos atrapar, necesitamos perfilar conclusiones ya. De lo contrario, se nos escapará antes de que logremos acercarnos.Eva hizo un alto para ojear los folios que había cogido en su despacho y que, hasta ese momento, había mantenido en su regazo.Sabemos que la asesina es Emma y pensamos que, seguramente por venganza, lleva años diseñando un plan con la finalidad de matar a siete hombres concretos durante esta Semana Santa. Todos en Ourense, y uno por día. En este sentido, el hecho de que nos haya enviado la pelota de golf lo interpreto simplemente como su manera de señalar que Miguel es la víctima del jueves. Sin otro significado. Piense que si no nos la hubiese enviado, su cadáver no hubiera sido descubierto hasta el lunes o martes. Y siete porque el lunes ya habrá acabado su plan, puesto que el propio Miguel pensaba regresar a la ciudad ese día.El comisario estaba atento a las explicaciones que le daba su inspectora, sin pretender interrumpirla.Pues bien, en este plan —siguió ella—, Emma ha ordenado a las víctimas, y ha diseñado cómo matarlas, de tal manera que le permite no solo acceder a ellas sino también poder seguir haciéndolo con las demás. Así, Javi, fue la primera. Lo mató por sorpresa el lunes. Él tenía que ser el primero porque todos los lunes en vacaciones se iba a Lugo. Además, necesitaba retenerlo hasta la madrugada, porque así mataría a Sebas, el segundo, a la mañana siguiente, evitando de esta forma que pudiera enterarse por medio alguno de su presencia. Miguel aún no lo sabía y si salía en la prensa, habiendo ocurrido de madrugada, no se publicaría hasta el miércoles. Por esa razón y porque podía estar avisado por Miguel, a Marc lo tanteó primero en un bar. Disfrazada de estudiante, comprobó si el chico sospechaba algo. De ser así, llevaba el veneno como plan B pero, en el probable caso de que no la reconociese, usaría el plan A, que era el ideal para ella y consistía en un accidente cuando cogiera el coche a media mañana. Como al chico le hizo gracia aquella supuesta estudiante, y no estaba avisado, tuvo vía libre. Ese veneno, en cambio, sí era el plan A con Miguel, que por ser policía estaba sobre aviso. Pero una vez en su piso, Emma atajó al ver la pistola. Eso sí, necesitaba que no sospecháramos que Miguel era una posible víctima, para que no lo controláramos. Por eso se preocupó de disfrazar como crimen pasional la muerte de Javi, y como accidentes, el segundo y tercer asesinato.Ahora se dirigió a Antón:Tú me lo dijiste al encontrar el cuerpo de Miguel: No podías saberlo. Piénsalo, no podía saberlo porque nos había hecho creer que necesitaba que las víctimas no se enteraran de que las estaba matando. ¿Cómo podíamos imaginar que él era una de ellas?Antón confirmó con la cabeza. Eva prosiguió:Deduzco que, después de cometer un crimen, inmediatamente se centra en el siguiente. De no ser así, no tendría posibilidad de descubrir el viaje de vacaciones de Miguel. He conseguido hablar con la dependienta de la agencia y Emma estuvo allí justo unos minutos después que él. Pero cuidado, no creo que a Miguel lo haya adelantado en el orden de su plan por querer marcharse. Más bien, pienso que él siempre fue la cuarta víctima porque necesita su placa para acceder a la quinta víctima, que mucho me temo que será asesinada mañana.¿Quién es la quinta? —preguntó Míguez, temiéndose la respuesta que estaba a punto de oír.Desgraciadamente, eso aún no lo sabemos. Pero en este sentido, también tenemos información, y la búsqueda y protección de las tres futuras víctimas será la única línea de investigación que sigamos a partir de este momento. Sobre todo, ahora que sabemos que no toda la ciudad está en peligro.Si las víctimas fueran aleatorias —apuntó Antón—, nunca hubiese ido a por un policía que, además, no estaba investigando el caso.¿Están seguros de desechar la posibilidad de que pueda ser una asesina en serie que se ha crecido y que esté eligiendo a sus víctimas al azar? —quiso asegurarse el comisario.Sí, sus ataques son demasiado elaborados —contestó Eva—. No es una asesina en serie sino que mata por alguna razón concreta. Seguramente, por venganza.Sí, yo también lo creo —la respaldó Míguez.Además —añadió ella—, aunque tuviéramos dudas, no disponemos de tiempo ni personal suficiente para cubrir con garantías dos líneas de investigación. Y, de elegir una, está claro cuál debe ser.Míguez dio por concluido aquel punto y pasó directamente al siguiente:¿Qué información tienen sobre la identidad de las próximas víctimas?Antes de nada —contestó Eva—, hay que decir que si nuestras previsiones son correctas, debemos pensar que la quinta víctima le facilitará el acceso a la sexta, y esta, a la séptima. Eso sí, estas en teoría deben estar enteradas de que va a por ellas. Es más, me atrevería a decir que el hecho de que siempre deje una pelota de golf tiene la finalidad de aterrorizarlas. Si no les ha avisado Miguel, ya se habrán enterado por la prensa. Y algo importante, ha dejado la pistola y el veneno en casa de Miguel porque no los necesita en su plan y, a su vez, con ello puede hacernos creer que ya ha acabado. Podría ser que así quiera conseguir que no intenten marcharse como Miguel, por lo que en mi opinión debemos facilitar el nuevo asesinato a la prensa.Estoy de acuerdo —la cortó Míguez, con mucho aplomo—. Al fin y al cabo, más presión de la que tenemos no nos va a reportar. Y si con ello podemos salvarle la vida a alguien, bienvenido sea.Respecto a la identidad de las víctimas —retomó la palabra Eva, a la vez que cambiaba de folio—, estoy segura de que todas se conocen, aunque en la actualidad no mantienen relación en la mayoría de los casos. ¿Qué les une y que hace que estén en la lista de Emma? Pues por el momento no lo sabemos con exactitud, pero sí que es algo muy vergonzoso, o incluso delictivo, ocurrido en Ourense y hace de cinco a siete años. Vergonzoso o delictivo, porque de no ser así, Miguel no lo habría escondido aun sabiendo que estaba su vida en peligro. Ni los demás se lo ocultarían a su entorno, como Sebas a su mujer. Ocurrido en Ourense, ya que Miguel y Sebas nunca salieron de aquí, y los demás, poco. Juntos, seguramente nunca. Y por último, tuvo que suceder hace cinco, seis o siete años, porque es el período de tiempo que abarca desde que Javi vino a Ourense a estudiar y Emma sufrió un accidente y cambió de aspecto. Esto último, unido al paso de los años, explicaría que ninguno de ellos la conozca físicamente. Ese accidente ocurrido en Ourense hace seis o siete años y también en Semana Santa puede ser el principio de todo, pero no logramos tener el atestado. Nos han dicho que fue un accidente normal, pero estamos a la espera de poder concretarlo.¿Y cómo es que no tienen aún el atestado? —preguntó Míguez.Las fechas y el lugar no son exactos —aclaró Antón—. Vengo de estar con la Guardia Civil y me consta que lo están buscando en los archivos de manera intensiva, pero esa época no está informatizada y es un proceso lento. De todos modos, me han garantizado que mañana lo tendremos.Pero en cualquier caso, yo tengo dudas de que el accidente sea la causa —apuntó Eva—. Y me explico. Después de pensarlo, lo que más me puede encajar es que otro coche se les cruzara y los echara de la carretera. Pero en un coche solo caben cinco personas, no siete, y además, de haber sido así, Emma no habría podido ver la matrícula para localizarlos con tanta precisión. Y además, deduzco que no había pintura ajena en el vehículo, ni rodadas en la carretera, porque entonces no archivarían el accidente como una salida de vía sin causa aparente.Eva guardó los folios antes de continuar:No, le he dado muchas vueltas en la cabeza y, en mi opinión, fue algo que pasó en esa época, pudiera ser incluso que esa noche, pero no concretamente el accidente. Es posible que esté relacionado, pero no creo que sea la causa directa. Y es de suponer que Emma y su familia hacían ese recorrido a menudo aquellos años, por lo que cabe la posibilidad de que tampoco fuese esa noche —concluyó.Cuando llegue el atestado, infórmenme —dio por zanjadas las hipótesis Míguez—. Díganme, ¿cómo van a continuar la investigación?De momento, vamos a localizar a todos los contactos del teléfono de Miguel. He estado comprobando las agendas de los cuatro móviles de las víctimas y Miguel está en la de Marc, y viceversa. Eso ya lo sabíamos. Pero cometimos un error: hasta ahora cuando moría uno, comprobábamos si en su móvil estaban las víctimas anteriores, pero no si los últimos estaban en las agendas de los primeros. Yo lo he hecho hoy y sí, hay uno, Miguel está en el móvil de Javi, que dicho sea de paso, tiene una agenda enorme.¿Piensan que las futuras víctimas pueden estar en algún móvil?Pienso que debemos comprobar todas las llamadas de los últimos días de Miguel, puede ser que haya avisado a alguien más como quiso hacer con Marc. En caso de no tener suerte, buscaremos todos los chicos de veintipico años de Ourense y que tengan amistad con ellos desde hace siete u ocho años. Tenga en cuenta que los padres de Javi no conocían las amistades que tenía su hijo aquí, y que Sebas y Miguel son huérfanos. Los padres de Marc tampoco conocen por el nombre a sus amigos y menos los que tenía aquellos años. Solo Miguel tenía un hermano, que llega esta tarde. También lo interrogaremos e, incluso, no podemos descartar que también esté en el punto de mira de Emma. No nos queda más remedio que buscar por nuestra cuenta intentando anticiparnos.Espero que tengan suerte.Los dos policías salieron del despacho de Míguez cabizbajos, en silencio. En el pasillo, se repartieron las tareas. Antón quiso ir a recibir al hermano de Miguel y darle el pésame. Labor ingrata. Eva llamaría por teléfono. El resto de agentes, con la foto de Emma en la mano, buscarían e identificarían en la calle a cualquier mujer sola que tuviera ese aspecto.En cuanto todo el mundo se puso en marcha, Eva volvió a encerrarse en su despacho. Cogió el teléfono de Miguel y miró las llamadas realizadas en los dos últimos días: solo Marc.¡Qué cabrón! —exclamó.Dejó el teléfono sobre la mesa. Se soltó el pelo, lo atusó sin prisa y lo volvió a recoger con una goma. Consultó de nuevo el móvil y marcó el primer contacto masculino que aparecía en la agenda: Abel.Dígame —una voz ronca sonó al otro lado.Hola, quería hablar con Abel.Sí, soy yo.Le llamó de la Policía. ¿Conoce usted a un chico llamado Miguel, moreno, veintisiete años y que es compañero nuestro en el cuerpo?La respuesta de Abel no tardó ni un segundo en llegar:Pues así, de repente, no sé quién es.Este número al que estoy llamando consta en su agenda —inquirió Eva.No le digo que no, pero usted está llamando a un taller mecánico y este es el móvil del taller. Supongo que será un cliente. Si me dice qué coche tiene, o mejor, la matrícula, puedo mirar en el ordenador y seguro que ya lo identifico. Pero, por el nombre, no sé quién es, y tampoco les pregunto a mis clientes en qué trabajan.No se preocupe, no es necesario.No hay inconveniente. O si prefieren pasar por aquí, hoy estamos hasta las nueve, aunque tengamos la puerta cerrada.Descuide, pensé que usted era otra persona. Gracias por su colaboración.En cuanto colgó, Eva volvió a coger el móvil y corrió la agenda para abajo. No llegó al final. Luego miró para los otros tres aparatos. A continuación, consultó el reloj, las cinco y media de la tarde. Lanzó un suspiro.Más allá de las doce de la noche, no se puede llamar a nadie, pensó.___________________ Comprar MUERTE SIN RESURRECCIÓN
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