Eso exigiría, además, la creación de un personaje intenso, y eso ha hecho David Jiménez Martínez, ‘El Tito’, fabricar al inspector Marcial Lisón, un tipo amargo y solitario, cuya única compañía es Sola, una galga a la que rescató de la calle, un hombre que mantiene una relaciones bastante difíciles con una madre a la que visita con intermitencia en el retiro de su residencia, y con el que nadie ha podido volver a trabajar desde que muriera el que había sido su compañero de siempre.
Incapaz de empatizar sentimentalmente con casi nadie, con las habilidades sociales de un ermitaño, Marcial Lisón tendrá que enfrentarse de nuevo a un caso que se le quedó cojo en su día, y con la nueva víctima surgirán también los fantasmas de un pasado que le ha dejado más tocado de lo que siempre creyó. Por fortuna, David Jiménez es capaz de aliviar ese panorama con un buen recurso del género: la agente Zoe Ochoa, una policía joven que se convertirá en la nueva compañera de Lisón, y que tendrá que derrochar toneladas de paciencia, con él y con el resto de agentes, hasta conseguir ganárselo con su eficiencia policial.
Muertes de sobremesa; David Jiménez Martínez ‘El Tito’ACEN, Castellón 2015. 388 páginas.(Revista Letras de Parnaso, núm 41, Febrero 2016)