Un cable de la Agencia AFP destaca que finalmente Cuba cultivará maíz y soya transgénicos a gran escala en 2017.
No es para menos. La crisis alimentaria, los insuficientes abastos y la falta de organización en la agricultura han acarreado una hambre endémico y extendido, una plaga de carencias en la mesa de los cubanos que parece no tener fin.
“De culminar con éxito todas las pruebas requeridas por los órganos reguladores cubanos, para la primavera del venidero año 2017 podríamos empezar la introducción de (transgénicos…) en mayores extensiones de tierra”, dijo Mario Estrada, director de Investigaciones Agropecuarias del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB).
Y de esta manera, por una vez, los investigadores le pasan por arriba a toda la cruzada impulsada por el dictador Fidel Castro contra los alimentos transgénicos, a quienes consideró los genocidas de nuestros días, obviando el genocidio de la dictadura incapaz por casi seis décadas de alimentar dignamente a su pueblo.
El ataque de Fidel se fundamentaba en que es posible producir combustibles partiendo de alimentos y en su cruzada se enfrentaba a decisiones de empresarios y el gobierno estadounidense, los enemigos y rivales de siempre.
Para Fidel Castro los transgénicos como expresión de una producción no controlada de alimentos a nivel mundial crearían un desequilibrio universal.
Para el legendario dictador era preferible pasar hambre que impulsar estas formas, pero para los tiempos que corren, en lo que hasta el más mínimo campamento necesita tener el estómago lleno, la realidad es otra.
La isla invierte cada año cerca de 2.000 millones de dólares en la importación de cerca del 75% de lo que comen los cubanos, pues sus producciones son insuficientes para alimentar a 11,2 millones de habitantes y casi 4 millones de turistas.
Las investigaciones sobre cultivos transgénicos, muy polémicos a nivel mundial, comenzaron en Cuba en 1996 y los primeros ensayos en pequeña escala se hicieron en 2009, luego de promulgarse la legislación regulatoria.
Granma enfatizó que “buena parte de los criterios opuestos a los organismos genéticamente modificados se sustentan en experiencias referidas al mal uso de las indicaciones tecnológicas, la falta de información, deficiente capacitación y las prácticas abusivas de determinadas empresas productoras de semillas a escala mundial”, lo cual no sería el caso cubano, destacó Mario Estrada, al oficialista Diario Granma.
Con información de Granma y AFP.
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