Hace poco trajo un saco de calabazas: de las pequeñitas de color naranja intenso con berrugas en relieve, como digo yo y que da pena usarlas de lo bonitas que son, de las amarillas con rayas verdosas y de las alargadas tipo calabacín pero más grandes.
Total que me traje a casa dos calabazas grandes, las asé, las vacié y trituré bien toda la pulpa para obtener un riquísimo puré de calabaza que nos va a servir no sólo para estos muffins, sino como base para preparar muchas más recetas tanto dulces como saladas y ya puestos, con esta receta participo en el Reto de Otoño 2014 de Cocineros del Mundo de Google+ en el apartado de Dulce.
Os recomiendo que peséis el puré de calabaza y vayáis guardándolo en tuppers (los míos de 250 gr.) para congelarlo e ir sacándolos según los vayamos necesitando.
Ingredientes (12 unidades)
- 425 gr. puré de calabaza
- 112 gr. aceite vegetal
- 1 yogurt griego
- 1 cucharadita de extracto de vainilla
- 1 huevo tamaño L, ligeramente batido
- 110 gr. azúcar moreno
- 165 gr. harina
- ½ cucharadita de bicarbonato sódico
- 1 cucharadita de levadura
- ½ cucharadita de canela en polvo
- ¼ cucharadita de nuez moscada molida
- ¼ cucharadita de jengibre molido
- ¼ de cucharadita de sal
Precalentamos el horno a 190º C. Colocamos las cápsulas en la bandeja de hornear cupcakes y reservamos.
En un bol grande, mezclamos la calabaza, el aceite vegetal, el yogurt, la vainilla y el huevo y agregamos el azúcar moreno.
En un recipiente aparte, tamizamos la harina, el bicarbonato, la levadura, la canela, la nuez moscada, el jengibre y la sal. Incorporamos los ingredientes secos con los ingredientes húmedos hasta que estén combinados.
Vertemos la mezcla en cada una de las cápsulas, llenándolas casi hasta arriba. Horneamos durante unos 20-25 minutos o hasta que al insertar un palillo, éste salga limpio. Trascurrido este tiempo los dejamos enfríar sobre una rejilla.
Se pueden comer así, pero yo preparé una crema con queso crema y azúcar glas y los adorné con la ayuda de una manga.
Para hacer los toppers las niñas y yo recogimos hojas de diferentes formas y colores en el jardín de la urbanización y luego las pegamos con un poco de cinta celo a unos palillos de madera y ¡¡voilà!! unos toppers la mar de otoñales.
Vaya bosque animado más dulce ¿verdad? La verdad es que todo empezó como un juego pero el resultado me encanta.