Habitualmente, a pesar de los meteoros, mantiene una producción constante en calidad y cantidad. Aunque, en esta cosecha, sufrimos una inhabitual sequía primaveral que afectó seriamente a la floración y por tanto a la cosecha.
La merma se cifró por encima del 20% respecto de un año normal y eso facilitó un punto de maduración mayor de lo habitual que se trasladaría posteriormente al vino. Sin duda es una de las cosechas más marcadas, organolépticamente hablando, de los últimos años.
Tras aproximadamente 8 horas de maceración en prensa, este vino blanco fermenta en barricas nuevas de roble francés, y finalizada la fermentación permanece con sus lías durante 3 meses antes de ser embotellado, con este sorprendente resultado con un precio en el mercado español de 8,5€.
Nota de cata
Vista: A la vista mantiene los tonos pajizos habituales, quizás con algunas irisaciones oro en los bordes.
Boca: La boca es de entrada dominante. Encontramos piña, manzana y melocotón, todos en un punto equidistante entre la fruta ácida y la madura. En una segunda línea dominan notas de flor blanca, muy nítida, que terminan con sensaciones melosas.
La boca es, si cabe, más sorprendente; encontramos un equilibrio, casi perfecto de dulzor-amargor-acidez que excita profundamente el sentido del gusto.
En retrolfacción-postgusto encontramos manzana, algo más madura que en olfacción directa, y vuelven recuerdos a flor blanca.
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