No me agrada en absoluto contar historias luctuosas, pero no me podido pasar página al leer esto. En China, una señora ha acabado con la vida de un tendero de una forma especialmente cruel: aprentándole con saña los testículos. Suena dolorosísimo y, féminas que leáis estas líneas, realmente lo es.La truculenta escena se produjo en una calle de Haikou, la ciudad más poblada de la isla de Hainan, al sur de China. La señora que, presuntamente (¿por qué hay que decir siempre “presuntamente”?), acabó la vida con el desafortunado coprotagonista del post se dirigía a recoger a su hijo del colegio. Decidió aparcar su scooter en la puerta de la tienda del fallecido, que salió presto a recriminarle que la moto bloqueaba el acceso de los clientes a su establecimiento.
No me agrada en absoluto contar historias luctuosas, pero no me podido pasar página al leer esto. En China, una señora ha acabado con la vida de un tendero de una forma especialmente cruel: aprentándole con saña los testículos. Suena dolorosísimo y, féminas que leáis estas líneas, realmente lo es.La truculenta escena se produjo en una calle de Haikou, la ciudad más poblada de la isla de Hainan, al sur de China. La señora que, presuntamente (¿por qué hay que decir siempre “presuntamente”?), acabó la vida con el desafortunado coprotagonista del post se dirigía a recoger a su hijo del colegio. Decidió aparcar su scooter en la puerta de la tienda del fallecido, que salió presto a recriminarle que la moto bloqueaba el acceso de los clientes a su establecimiento.