Hay temas que envejecen o que, al menos, se erosionan; y entiendo que ocurre así como Mujeres de negro, de Josefina R. Aldecoa. No se trata, desde luego, de menospreciar la obra, ni muchísimo menos. La novela está escrita con tenue elegancia, su sintaxis es cadenciosa y sus imágenes, nunca estridentes, se sitúan a una buena altura literaria. Pero buena parte de su perfume temático se ha ido diluyendo con el paso de las décadas. Es cierto que la guerra civil y sus terribles consecuencias humanas y sociológicas resultan estremecedoras, y que el drama humano que vivieron sus protagonistas aún no ha sido olvidado. Pero con esta novela me ocurre como me pasa también con algunas canciones de cantautores: que veo su historia demasiado impregnada de cliché.Josefina R. Aldecoa refiere una historia que quizá sea auténtica, y contenga todo el vigor de la verdad, pero que me huele a convencional: niña de la guerra, padre republicano asesinado por los vencedores, madre maestra, abuela abnegada, exilio mexicano, segundo matrimonio de su madre con un rico terrateniente, vuelta a España de la chica durante la juventud para estudiar en una buena universidad española, concienciación política… No puedo evitar sentir que todo esto ya lo he leído medio millón de veces. Repetición de secuencias. Repetición de formatos. Repetición de enfoques. Nihil novum sub sole.¿Decepción? No, en modo alguno. Josefina R. Aldecoa organiza hábilmente su historia y la redacta con belleza eficaz. El problema se sitúa más bien en la órbita del “esto ya lo he leído en alguna parte”.Probaré más adelante con algún otro libro suyo.
Hay temas que envejecen o que, al menos, se erosionan; y entiendo que ocurre así como Mujeres de negro, de Josefina R. Aldecoa. No se trata, desde luego, de menospreciar la obra, ni muchísimo menos. La novela está escrita con tenue elegancia, su sintaxis es cadenciosa y sus imágenes, nunca estridentes, se sitúan a una buena altura literaria. Pero buena parte de su perfume temático se ha ido diluyendo con el paso de las décadas. Es cierto que la guerra civil y sus terribles consecuencias humanas y sociológicas resultan estremecedoras, y que el drama humano que vivieron sus protagonistas aún no ha sido olvidado. Pero con esta novela me ocurre como me pasa también con algunas canciones de cantautores: que veo su historia demasiado impregnada de cliché.Josefina R. Aldecoa refiere una historia que quizá sea auténtica, y contenga todo el vigor de la verdad, pero que me huele a convencional: niña de la guerra, padre republicano asesinado por los vencedores, madre maestra, abuela abnegada, exilio mexicano, segundo matrimonio de su madre con un rico terrateniente, vuelta a España de la chica durante la juventud para estudiar en una buena universidad española, concienciación política… No puedo evitar sentir que todo esto ya lo he leído medio millón de veces. Repetición de secuencias. Repetición de formatos. Repetición de enfoques. Nihil novum sub sole.¿Decepción? No, en modo alguno. Josefina R. Aldecoa organiza hábilmente su historia y la redacta con belleza eficaz. El problema se sitúa más bien en la órbita del “esto ya lo he leído en alguna parte”.Probaré más adelante con algún otro libro suyo.