Mujeres en la Memoria: CECILIA MAGNI CAMINO Madre,jefe político-militar, Comandante

Publicado el 26 octubre 2013 por Adriana Goni Godoy @antropomemoria

Comandante Tamara ejemplo de lucha

26 de octubre de 2013 a la(s) 11:20

Cecilia Magni Camino nace en el seno de una familia de clase media alta que le permite en su infancia y adolescencia privilegios que no muchos niños de su edad podían detentar, como realizar su educación en exclusivos colegios de la capital, entre ellos el Grange School. 

  Luego, estudiando Sociología en la Universidad de Chile a mediados de los 70’, madura en conciencia y comienza a distanciarse de las prerrogativas que le brindaba su extracción social y a identificarse con la lucha de los sectores populares en contra el régimen pinochetista. En esta etapa se integra a las JJCC con la convicción de que “La lucha es la única forma realista y valida de cambiar el rumbo del país”, mismo periodo que contrae matrimonio con Rafael Walker, de cuya relación nace su única hija, Camila Walker Magni.

Cecilia por aquel entonces con un mimeógrafo que tenía en casa y llevando aún en su vientre a Camila, pasaba las noches imprimiendo revistas, folletos o volantes, estudiando a Marx y Lenin, e informándose de los avatares de la lucha en el mundo y la contingencia nacional, proceso en el cual fue creciendo políticamente, haciéndose cada vez más fuerte, hasta alcanzar una gran disciplina y convicción.

Separada en 1982 de su primera pareja, aunque manteniendo una cercana relación, Cecilia ingresa al FPMR. El padre de su hija la apoyó en esta opción asumiendo la crianza de Camila cuando tenía tan solo dos años, lo mismo que su familia materna, aunque estos últimos nunca coincidieron con ella en lo ideológico y político (eran seguidores del régimen militar).

Su primer contacto con el naciente FPMR es a través de la colaboración en infra’, hasta participar en sus filas como una combatiente más. Un compañero la bautiza como “Tamara”, en recuerdo de la revolucionaria Tamara Bunke. Desde entonces su vida transcurre entre la legalidad y la clandestinidad. Con el correr del tiempo y pese a su juventud, “Tamara” logró un vertiginoso ascenso al interior de la estructura del Frente, destacando como la única mujer que llegó a ocupar un puesto en la Dirección Nacional por aquel entonces.

Tamara era capaz de enfrentarse a cualquiera. Tenía un carácter fuerte como jefe político-militar, pero a su vez era muy cariñosa con sus subalternos, se preocupaba de las inquietudes y problemas personales con mucha ternura. Más de una vez ayudó a resolver una necesidad familiar o aconsejó a algún compañero ante una dificultad propia de la vida clandestina, como sucede con el distanciamiento de los seres queridos; algo que ella sufría en carne propia, pues no podía estar siempre con su hija o verla a ratos, por los riesgos de seguridad que la lucha en ese contexto demandaba. Ella decía: “Yo soy jefe y se me subordinan hombres. He estado a cargo de tropas, masculinas por supuesto. Nunca he tenido problemas. Te aseguro que mis subordinados difícilmente ven en mí a una mujer. Una vez me vieron con las armas encima. Me vieron con granadas, con revolver. Y ésa fue la única vez que me han dicho qué linda estás”.
Entre las acciones con las que se inició puedo  enumerar el atentado que hizo explotar un puente ferroviario en Talca y el asalto a una caja de cambio en Providencia, lugar donde escapo a tiros y montada en una motocicleta. Como comandante se centró entre Santiago y Rancagua, ciudades donde “Tamara” se dedicó a reclutar nuevos militantes para la organización y a su vez, brindar apoyo logístico a los incipientes grupos de combate creados en esas zonas. 

Con esta experiencia a cuestas Tamara recibió a mediados de 1986, la responsabilidad de apoyar una de las acciones más riesgosas que hasta entonces emprendía el FPMR, el atentado contra  el dictador Augusto Pinochet, la “Operación Siglo XX”. En esta misión actuó al lado de José Joaquín Valenzuela Levi, el “comandante Ernesto”, máximo jefe del atentado. Su rol fue proporcionar la base operativa y los vehículos que se ocuparían en la acción. Para ello, Cecilia cumplía con características excepcionales, era alta, atractiva, tenía “estirpe”, así consiguió el arriendo de la casa donde se acuartelaron los 21 fusileros y los tres vehículos que operaron, además de coordinar el traslado del armamento que se utilizaría en la emboscada. Sin embargo, la Dirección determinó a última hora que no participaría directamente como fusilera, pues ante la alta probabilidad de que los combatientes no salieran de allí con vida, su experiencia en las tareas logísticas posteriores sería indispensable.

Luego hasta 1988, estuvo preocupada de diferentes tareas de aseguramiento político y militar al interior del Frente, en los preparativos de la estrategia de Guerra Patriótica y Nacional. En octubre de ese año, “Tamara” encabezó junto a su pareja y principal comandante del FPMR, Raul Pellegrin Friedmann, la toma del poblado de Los Queñes en la VII Región del Maule. Posterior a esta operación, parte importante del grupo fue capturado por Carabineros que peinó la zona. El 28 de octubre de 1988 el cuerpo de Cecilia Magni fue encontrado flotando sin vida en las aguas del Río Tinguiririca, con inequívocas señales de tortura. Según los informes de autopsia su cadáver presentaba lesiones contusas y huellas de aplicación de electricidad.

El día de su muerte Cecilia Magni tenía 31 años, llevaba en su cuello un cordón de cuero con la insignia del FPMR y pasaba a la historia como una valiosa mujer combatiente que dio su vida por la causa revolucionaria en Chile, desde un rol conductor y en la primera línea de combate contra el sistema de injusticias sociales que tanto aborreció.

 Honor y Gloria a una mujer con fuertes convicciones que era tener un país mas justo, como lo soñó ella un día, nosotros lo seguimos soñando con fuerza en la lucha por un Chile justo y honesto ¡

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