Se dice que algunas son las llamadas “viudas negras”, por sus ansias de venganza al haber perdido algún familiar, hijo, padre o marido. Están dispuestas a inmolarse si con ello consiguen resarcirse y ganar el cielo. Por supuesto, que en ese mundo de esclavitud la sumisión es la primera virtud, las opciones no existen, obedecerán los mandatos sagrados de los jerarcas religiosos. Mujeres instrumentales, una vez más, con poco que perder ya desposeídas de la dignidad humana. El juego sucio de las religiones, cómplices del poder terrenal, siempre fue y será aprovechar la miseria, la desesperanza, el desconsuelo, la falta de autoestima y la impotencia. Bajo promesas de paraísos de cuento doblegan voluntades y calman las iras justicieras. Así, mientras los crédulos ilusos trabajan y se sacrifican para ser felices más allá, se permiten vivir mucho mejor los que dirigen acá.
Más curiosa es la causa que seduce a las jóvenes occidentes para unirse a tales aberraciones. Carencia de valores en las culturas del ocio y del sumo consumo, falta de ideología por la que luchar. Cada generación quiere reedificar el mundo que recibe. La actual, de los países ricos, lo ha tenido todo menos el deseo de conseguirlo. Ahora no tiene trabajo ni ilusiones. La aventura exótica es una tentación adrenalínica. Oyen hablar de paraísos y de casarse con guapos muyahidines, los príncipes azules de todos los cuentos machistas. Y se lanzan. Cuando las convierten en esclavas sexuales de los soldados vuelven aterrorizadas, violadas y embarazadas, si es que pueden escapar. La adolescencia y la juventud son fácilmente embaucables. Otrora fueron las sectas, o las drogas, o las vocaciones religiosas; caminos de difícil retorno que dejan mella en el cerebro, decisiones inmaduras que se convierten en un calvario vitalicio.
El cristianismo tuvo su época dorada de morir y matar por Dios, sus cruzadas, su inquisición, su guerra santa. Hoy es puramente ceremonial, su influjo social es escaso. Pero el Islam está en el siglo VII. Ojo, grave peligro.
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A vuela pluma de Elisa Docio, ahora también en "Curiosón", @2015