Mujeres Vallecaucanas: La Negra Casilda y la Abolición de la Esclavitud

Por Miguelw @Viviendo_Cali

Si bien la Negra Casilda cumplió un rol fundamental en el proceso de liberación de los esclavos en el Valle del Cauca, es poco recordada.

La Negra Casilda fue una líder afro, comprometida con la causa abolicionista. Esta mujer es comparable quizá con el legendario Benkos Biohó en Cartagena. Biohó fue quien gestó la primera gran rebelión esclava en el siglo XVII y terminó fundando el primer pueblo liberto del continente (San Basilio de Palanque, que existe hasta la actualidad).

Debido a que se avecina el Día de la Mujer, Viviendo Cali le rinde un simple pero sentido homenaje a la Negra Casilda. Esto con el fin de preservar su historia y legado, así como destacar su causa y luchas.

Historia de la Negra Casilda

Colombia ha sido un país en extremo duro con los grupos no pertenecientes al poder hegemónico. Básicamente toda la historia que conocemos (y que se enseña) corresponde al legado y pugnas por el poder de hombres blancos.

Sin embargo la historia de la negra Casilda se destaca no sólo por ser mujer, o por ser afro. Sacarla del olvido es importante porque su actuar significó una revolución económica, social y política en el Valle del Cauca.

Casilda Cundumí Dembelé nació en África Occidental, en Malí, en 1823. Durante su juventud fue raptada y transportada junto a su padre hasta Cartagena de Indias, donde fue vendida a un comerciante español llamado Pedro González.

Fue transportada y vendida nuevamente para trabajar en una de las plantaciones de caña de azúcar en un Ingenio de Palmira. Durante sus años de cautiverio aprendió a leer y a escribir. Era reconocida en la plantación por tener una voz hermosa, con la que entonaba cantos africanos en las largas jornadas de trabajo. También tocaba los tambores y la marimba.

Nunca aceptó convertirse al catolicismo, lo que causó algunos disgustos entre los esclavistas blancos. A pesar de esto Casilda siguió rindiendo culto a sus dioses africanos, despreciando al catolicismo, que consideraba una religión de genocidas.

En ese lugar vivió como esclava hasta 1840, cuando gestó una fuga con otros 45 esclavos de la plantación. Los esclavos fugitivos se refugiaron en las montañas entre Palmira y El Cerrito, fundando un palenque que era dirigido por ella.

Desde este palenque, que era defendido con fiereza por sus habitantes de los múltiples intentos de los esclavistas por recapturarlos, se gestó la fuga de más esclavos. Los esclavos llegaban por decenas, para refugiarse de la constante persecución estatal.

Sin embargo la situación de los esclavos no era fácil. El gobierno había decretado fuertes medidas en contra de los negros fugitivos. Estas iban desde los castigos físicos hasta la pena de muerte.

En una ocasión Casilda fue capturada por un grupo de esclavistas, quienes al reconocerla la condenaron a muerte por descuartizamiento. Sin embargo logró escapar y continuó con más ahínco su labor libertaria.

En 1851 se declara la abolición de la esclavitud en Colombia. Sin embargo esta medida no es acogida por muchas regiones del país, entre estas el Valle del Cauca. Por lo tanto los negros seguían viviendo en condición de esclavitud o perseguidos con esta finalidad.

Matrimonios y Decendencia

La negra Casilda vivió con un hombre criollo (blanco descendiente de españoles pero nacido en Colombia) que poseía algunas propiedades. Con él tuvo 5 hijos.

Este hombre le ayudó en la fuga de esclavos de varias haciendas, por lo que fue apresado y fusilado bajo el cargo de conspiración. Esto ocurrió en abril de 1857, en la Plaza de Bolívar de Palmira.

Afligida por la pérdida de su esposo, continuó la causa libertaria en haciendas y plantaciones. Se casó por segunda vez un par de años después con Anatolio Chala Lucumí. Este hombre era un esclavo liberto de Guapi, hijo una pareja de esclavos africanos.

A Anatolio se le concedió la libertad debido a que nació en Colombia, y viajó de Guapi a Palmira, donde se empleó como jornalero en el Ingenio Manuelita. Fue en este lugar donde conoció a Casilda. Fruto de este matrimonio se engendraron 9 hijos.

Reencuentro con sus raíces

Sin embargo, a pesar de la difícil vida que había llevado Casilda, tuvo episodios de gran felicidad. Uno de estos fue el reencuentro con su padre, a quien no veía desde el día en que fue vendida en Cartagena de Indias décadas atrás.

Su padre era un sacerdote "Hougan" en Malí, y le transmitió estos conocimientos a Casilda desde niña. Con este nuevo encuentro pudo la mujer retomar los estudios en las artes espirituales africanas, que había tenido que abandonar a casusa de la esclavitud.

Si bien Casilda era reconocida por hacer algunos rituales espirituales y medicinales africanos, fue después del reencuentro con su padre que empezó a adquirir mayores destrezas en este campo.

Gran Fuga y victoria sobre el Gobierno Local

Su padre la alentó a que continuara con su labor libertaria y la acompañó desde entonces. Gracias a las renovadas energías que le dio el encuentro, Casilda fraguó un plan a gran escala.

Se infiltró en varias plantaciones de caña como jornalera y le entregó un narcótico fabricado por ella a los esclavos que aún vivían ahí. La idea era que al final de la jornada le arrojaran ese polvo en la bebida a los custodios y así pudieran escapar. Hizo lo mismo con las mujeres esclavas que trabajaban en las cocinas de las haciendas, para que se la suministraran a sus esclavizadores.

Esto terminó en una fuga masiva de esclavos hacia los palenques aledaños, y engrosó la lista de negros, mulatos e indígenas, dispuestos a hacer valer la abolición de la esclavitud en el Valle.

Sin embargo este suceso no cayó en gracia de las autoridades. Como respuesta el gobierno de Palmira envió un ejército de tres mil soldados para intentar recuperar los esclavos fugitivos.

Al enterarse de la movilización de las tropas Casilda organizó un ejército con mujeres y hombres, negros, mulatos e indígenas, que apenas si superaba los mil individuos.

El 14 de febrero de 1862 (11 años después del decreto de abolición de la esclavitud), los ejércitos entraron en combate. Pese a ser triplicados en número, el ejército esclavo luchó con la fuerza del sueño de libertad en sus manos. Así se alzaron con la victoria.

Esta victoria fue muy significativa para los procesos posteriores de liberación. Lo anterior se debe a que muchos esclavos vieron en la rebelión una salida viable a su situación de cautiverio.

Casilda siguió luchando a lo largo de su vida por la causa de los esclavos. Posteriormente, ya en el siglo XX, se dedicó a transmitir la importancia de mantener una identidad afro. Por ejemplo, en muchos de los palenques extendidos a lo largo del Valle del Cauca y del Cauca, se conservaron tradiciones como la música, la gastronomía, así como las prácticas religiosas y medicinales.

Hasta el día de hoy sobreviven en la región estas tradiciones, y se han arraigado a la idiosincrasia de los habitantes. Por ejemplo la herencia de la Marimba en la música, el uso del calipso, algunas prácticas religiosas, muchas bebidas y comida típicas, algunas palabras, entre otros son de herencia africana.

La negra Casilda fallece en Palmira en 1945, a la avanzada edad de 123 años, después de una historia de lucha y de haber logrado preservar un legado de esos traídos a la fuerza, de esa África distante que aún se siente y sobrevive en el espíritu Vallecaucano.

Aclaraciones necesarias

  • Vale la pena aclarar que Casilda no sólo luchó por liberar a los negros de la esclavitud. Los indígenas y mulatos también fueron víctimas de este flagelo y también los acogió dentro de su causa.
  • También es prudente destacar que la esclavitud, como negocio, no era fácil. Desde la captura, el transporte, hasta la venta y manutención, requerían de una inversión muy alta, que sólo los grupos más acaudalados podían sostener.
  • Debido a que Casilda nace en 1823, época posterior a la independencia de Colombia (1819) y llega a Cartagena un par de años después, no vive la esclavitud en su periodo más atroz, que fue precisamente bajo el mando de la corona española durante los tres siglos anteriores.
  • El siglo XIX política y militarmente fue un siglo funesto para el país. Este intentaba organizar una forma de gobierno estable, mientras se dividía territorialmente y se desgastaba en pugnas locales y guerras civiles constantes. Por lo tanto es de entenderse que el gobierno no tuviera el poderío militar para responder a las revueltas de esclavos que se presentaron a lo largo y ancho del país.
  • Igualmente, debido a los tratados que tenía el estado naciente con otras naciones como Estados Unidos, que abolió definitivamente la esclavitud en 1865, la presión internacional sobre este aspecto se hizo muy fuerte.
  • Hacia la segunda mitad del siglo XIX Colombia inicia un proceso de industrialización artesanal, que demandaba otras lógicas y costos que la esclavitud no permitía costear. En parte porque los esclavos (además de los costos mismos de manutención) se rebelaban, destruían los puestos de trabajo, mataban a sus amos o se suicidaban. Esto generó la necesidad de emplear una mano de obra más ecónoma y más rentable para los industriales emergentes.

De manera que, con un país convulsionado por constantes guerras internas, empobrecido, presionado internacionalmente, políticamente inestable, estructuralmente devastado, en proceso de reconstrucción social y con nuevas necesidades económicas, los procesos abolicionistas fueron un alivio para la tensa situación nacional.

Sin embargo la práctica real de la esclavitud se extendió en Colombia hasta inicios del siglo XX.