Mujeres Y Hombres: ¿diferencias?

Publicado el 16 diciembre 2018 por Carlosgu82

En el pasado, los científicos creían que las mujeres eran menos inteligentes porque sus cerebros eran más pequeños.

Leyendo un artículo en internet sobre la diferencia de sexos me he dado cuenta de que algunos estereotipos de género están resurgiendo otra vez, a pesar de las campañas de concienciación sobre el tema.

Ahora, algunos machistas empedernidos y australopitecinos se agarran a evidencias tergiversadas sobre las diferencias entre el llamado cerebro masculino y el competidor femenino programado para la empatía y la intuición. Esta aberración seudocientífica lo que consigue es reforzar los estándares de género y suscitar efectos negativos y dañinos psicológicos y sociales.

Se conoce como neurosexismo y con esto se malinterpreta, e incluso en muchos casos se inventa una respuesta, como modo de disfrazar la realidad del problema sobre el pensamiento parcial de unos pocos con necedades científicas. En realidad la actividad cerebral entre sexos es muy similar.

Existe algún que otro test para discernir entre cerebro sistemático o masculino y cerebro empático o femenino, pero están basados en autoevaluaciones de los mismos participantes, con lo cual el resultado es muy poco fiable, pues rara vez las respuestas guardan relación con la habilidad real del encuestado.

Especular es parte de la ciencia, está claro, pero también es cierto que muchas de esas especulaciones actuales sobre las diferencias de género parecerán, en unos años, igual de pobres que las realizadas por los científicos de siglos pasados. Si hace tiempo se podían leer o escuchar afirmaciones tan insensatas como que los cerebros de las mujeres eran más pequeños, hoy tenemos que sobrellevar y aguantar estupideces barbáricas como que sus cerebros no están tan bien diseñados para las ciencias puras como los del hombre. Me niego, me opongo a tan inicuo, falso y pancista e insostenible argumento de mulo bravucón, cuando hay mujeres eminentes en este campo como Emmy Noether, Katherine Johnson o María Wonenburger.

Es como intentar buscar diferencias entre el cerebro de un asiático, un africano, un europeo y un neozelandés, algo absurdo, cretino, inútil.

Lo que de verdad tendrían que observar estas eminencias del esperpento es que nuestras mentes, como seres humanos, no son solamente producto de nuestros cerebros masculinos o femeninos, sino que trabajan en interacción con nuestro entorno social, nuestra ansiedad cotidiana, nuestras distracciones o nuestra motivación.

Es evidente que existe una descarada división social, nuestro mundo está saturado de información separada; qué cosas para hombre y qué cosas para mujer. Y a menos que los extraterrestres abduzcan a todos los niños del planeta durante toda una generación, esto no tiene manera de cambiar.