La web Periodista Digital destaca lo siguiente: “El actor vuelve a caracterizar a un hombre duro, hosco con cara de pocos amigos, pero que enseguida empatiza con el espectador. La película reflexiona sobre el lugar que ocupan en la sociedad actual las personas de la tercera edad y lo difícil que es para ella sobrevivir en ese entorno”.
Por cierto, les podemos decir que esta cinta está basada en hechos reales, contando la vida de Leo Sharp que hizo de conductor para los narcos a sus 87 años transportando cocaína, mostrándose muy arrepentido ante el juez de lo que había hecho. Fue condenado, pero se le liberó por deterioro de la salud.
Esta producción, sin ser de las mejores del realizador, vuelve a resultar de interés porque en su aparente sencillez deja entrever ciertos paralelismos entre la vida personal del propio Clint Eastwood y este personaje que le ha acompañado toda la vida, ya que por poner un ejemplo el protagonista de Gran Torino guarda cierto parecido al de la obra en cuestión. El realizador sabe dosificar sabiamente el drama, el humor y es capaz de mantener cierta intriga hasta el final.
La película ofrece varias lecturas. La primera es que como dice su protagonista, hay que saber cuidar a la familia porque la vida profesional puede tener sus altibajos. Sin embargo, si uno cuida a la institución familiar logrará ser feliz y hacer felices a los demás y encontrar a un bastón en el que apoyarse cuando vengan mal dadas. La posibilidad de perdón y arrepentimiento es una idea que se plantea una y otra vez. Nos ha parecido muy interesante la conversación entre Bradley Cooper y Clint Eastwood en ese sentido y narrada con naturalidad. Este largometraje apunta a que la adicción al trabajo afecta a las relaciones interpersonales. Por otra parte, esta cinta demuestra que en Estados Unidos el que la hace la paga; sea quien sea y tenga la edad que tenga (publicado en Cope).