(David Lynch, 2001)
Sueños, sexo y venganza.
"No hay banda"... Rebeca del Río cae desmayada pero la canción sigue. "Todo es ilusión"...
Y la dulce y triunfadora Betty se convierte en la fracasada y vengativa Diana (Naomi Watts).
Y la inocente y sumisa Rita se transforma en la cruel y dominante Camila (Laura Herring).
El bello sueño termina y da paso a una realidad insoportable. Realidad que aún en el sueño se inflitra bajo el disfraz de una misteriosa llave azul, de una mafia castigando al odiado rival Adam Kesher (Justin Theroux), de un extraño Club Silencio, y de una llamada telefónica que no es contestada pero que al final acaba con el sueño, ya devenido en pesadilla. Y también -y sobretodo-, bajo el disfraz de un intenso deseo sexual que aflora a pesar de los esfuerzos oníricos del inconsciente por olvidar.
Pero la vigilia no permite olvidar, y el odio se convierte inevitablemente en venganza, y la venganza en suicidio. El sueño muere con la realidad, y la realidad con la muerte.