Multimillonarios por accidente, de Ben Mezrich

Publicado el 05 agosto 2010 por José Angel Barrueco

Este es el libro que Kevin Spacey decidió convertir en película mediante su faceta de productor (The Social Network: dirigida por David Fincher, de próximo estreno en otoño), ya que está pendiente de las redes sociales. Ben Mezrich no pudo entrevistar a la figura central de Facebook (invento previamente conocido como TheFacebook y exclusivo de los estudiantes de Harvard), Mark Zuckerberg, así que optó por novelizar su historia. El resultado es una obra muy interesante, a medio camino entre el reportaje y la novela, que a mí me ha servido para averiguar los entresijos de la fundación de Facebook, repletos de engaños, traiciones, pleitos e ideas sencillas que revolucionan el mundo y nuestra manera de comunicarnos. No podemos dar la espalda a Facebook. Mezrich no es Palahniuk, claro, pero ya digo que el libro se lee de un tirón e informa de un asunto que pronto veremos en el cine: la historia de Zuckerberg y Eduardo Saverin y cómo se gestó esta red social. Un párrafo:
Se llamaba Mark Zuckerberg, era alumno de segundo y aunque Eduardo había pasado bastante tiempo con él en varios actos de Epsilon Pi, además de al menos una fiesta previa –que Eduardo recordara– en el Phoenix, apenas le conocía. La reputación de Mark, sin embargo, le precedía: Mark era un estudiante de informática alojado en la Residencia Eliot; había crecido en Dobbs Ferry, localidad de clase media-alta del estado de Nueva York, hijo de un dentista y de una psiquiatra. En secundaria había sido una especie de hacker estrella, tan bueno penetrando sistemas informáticos que había terminado por figurar en alguna lista del FBI, o al menos eso se decía. Fuera eso cierto o no, Mark era ciertamente un genio de la informática. También se había hecho un nombre en Exeter, donde comenzó por afinar sus habilidades programadoras creando una versión informatizada del juego del Risk, para luego crear con un amigo un programa de software llamado Synapse, una extensión para reproductores MP3 que les permitía “aprender” las preferencias del usuario y crear listas de reproducción personalizadas en función de esa información. Mark había colgado Synapse como una descarga gratuita por Internet, y las grandes compañías del sector le habían llamado casi al momento tratando de comprar su creación. Se rumoreaba que Microsoft le había ofrecido entre uno y dos millones de dólares para que fuera a trabajar con ellos… y asombrosamente Mark había rechazado la oferta.

[Traducción de Ramón Vilà Vernis]