Split (Michael Night-Shyamalan, 2016. EEUU): definitivo golpe en la mesa de Shyamalan tras su acertado regreso a la primera división con su inmediatamente anterior La visita, con este thriller con siniestro personaje con trastorno múltiple de personalidad de por medio. Con momentos de una tensión como no se recordaba desde los tiempos de El bosque, allá por 2004, es un relato mucho más que satisfactorio. Más crudo, duro y oscuro, al menos en su tercio final, que la mayoría de anteriores films del director de Filadelfia, dejando a un lado, como en él es habitual, el gore. Tres adolescentes serán secuestrados por el mencionado esquizofrénico (un inmenso James McAvoy), en una, de verdad, impactante apertura. Constantemente el hombre visita a su terapeuta, a la cual avisa de que la última de sus personalidades, la número veinticuatro, está a punto de llegar, y que quizás sea la más hambrienta de sangre y violencia de todas… Shyamalan ambienta de forma sobresaliente el relato, sobre todo con esa cámara moviéndose subterráneamente. La sorpresa final, en forma de directísimo guiño a, para quien esto firma, la mejor película de una de las grandes personalidades del fantástico cinematográfico contemporáneo, es una verdadera pasada.
Split (Michael Night-Shyamalan, 2016. EEUU): definitivo golpe en la mesa de Shyamalan tras su acertado regreso a la primera división con su inmediatamente anterior La visita, con este thriller con siniestro personaje con trastorno múltiple de personalidad de por medio. Con momentos de una tensión como no se recordaba desde los tiempos de El bosque, allá por 2004, es un relato mucho más que satisfactorio. Más crudo, duro y oscuro, al menos en su tercio final, que la mayoría de anteriores films del director de Filadelfia, dejando a un lado, como en él es habitual, el gore. Tres adolescentes serán secuestrados por el mencionado esquizofrénico (un inmenso James McAvoy), en una, de verdad, impactante apertura. Constantemente el hombre visita a su terapeuta, a la cual avisa de que la última de sus personalidades, la número veinticuatro, está a punto de llegar, y que quizás sea la más hambrienta de sangre y violencia de todas… Shyamalan ambienta de forma sobresaliente el relato, sobre todo con esa cámara moviéndose subterráneamente. La sorpresa final, en forma de directísimo guiño a, para quien esto firma, la mejor película de una de las grandes personalidades del fantástico cinematográfico contemporáneo, es una verdadera pasada.