Mundaka y portugalete

Por Orlando Tunnermann
MUNDAKA
Pongo rumbo ya a Mundaka, junto al estuario del río Oca y la reserva de la biosfera Urdaibai. Me encuentro con un paisaje marítimo que invita a la rendición del ensueño.
Todo el entorno se nutre de encanto, si bien es conocido mayormente por la afluencia de surfistas acuciados y concitados por el acicate de su famosa ola izquierda, de hasta 4 metros de altura y forma tubular.
Hay un punto especialmente interesante para inmortalizar con nuestra cámara, y es desde el hotel El Puerto: idílico, pintoresco, con su terraza exterior que parece un evocador ventanal enamorado del mar. Se me anega la mirada de fachadas blancas “ibicencas”, con ornatos añiles, bermejos…
Al fondo, emerge timorata la isla de Izaro. Breve parada en el colorido pueblo de Bermeo, con su precioso puerto pesquero, casi de juguete, y sus curiosas casas espigadas y estrechas. Más breve si cabe es mi inciso en Sopelana, apenas un suspiro de regocijo para darle solaz a mi cámara, que ha quedado prendada de los acantilados sobre la playa. BERMEOSOPELANA
Concluye mi jornada en Portugalete, que destaca por el exclusivo puente colgante transbordador (1893), un ingenio casi sin parangón de Alberto de Palacio.
En una especie de cabina pasamos desde Portugalete a Getxo: personas, coches, autocares, todos transportados por los aires como “mercadería” envasada en un gran contenedor en el primer puente transbordador del mundo. 
TRANSBORDADOR PORTUGALETE-GETXO