Escocia encontró al sur de su frontera la gloria de tiempos mejores, esquiva en este siglo sin nuevos trofeos en sus vitrinas. Decenas de miles de escoceses convirtieron Newcastle en una segunda Edimburgo, falda y gaita en mano, para un encuentro genial ante la aguerrida Samoa. Sin esperanzas de clasificación, la selección oceánica llevó al límite a su rival, llámese anfitrión. La atmósfera que lograron generar sus fieles salvó del calvario al XV del Cardo, que habría dejado a Japón su puesto en cuartos de ser derrotado. Tal fue el honor que cosecharon los samoanos en la derrota que escenificaron a sus contados seguidores su danza de guerra, la Siva Tau, cuando los vencedores ya habían dejado desiertos su asientos en St James’ Park. Publicado por Mascherato viola en 0:14
Escocia encontró al sur de su frontera la gloria de tiempos mejores, esquiva en este siglo sin nuevos trofeos en sus vitrinas. Decenas de miles de escoceses convirtieron Newcastle en una segunda Edimburgo, falda y gaita en mano, para un encuentro genial ante la aguerrida Samoa. Sin esperanzas de clasificación, la selección oceánica llevó al límite a su rival, llámese anfitrión. La atmósfera que lograron generar sus fieles salvó del calvario al XV del Cardo, que habría dejado a Japón su puesto en cuartos de ser derrotado. Tal fue el honor que cosecharon los samoanos en la derrota que escenificaron a sus contados seguidores su danza de guerra, la Siva Tau, cuando los vencedores ya habían dejado desiertos su asientos en St James’ Park. Publicado por Mascherato viola en 0:14