(JCR)
Ayer, miércoles 25 de junio, durante los 40 minutos que duró mi trayecto a pie desde la oficina a casa, me di cuenta de que por las calles de Libreville apenas circulaban coches, y los
Me alegraría por lo que me toca, pero sobre todo por la gente, que aquí en África vive el fútbol con la pasión que en todas las partes del mundo, pero con el añadido de que es uno de los pocos entretenimientos sanos de los que pueden disfrutar. Además, me he dado cuenta de que el fútbol en este continente es una continua caja de sorpresas. Ayer, mientras compartía una cerveza con algunos de mis vecinos viendo a los jugadores nigerianos enfrentarse a los argentinos, uno de ellos puso al presidente gabonés, Ali Bongo, a un paso de la canonización: “Fíjate si será bueno nuestro presidente –afirmó- que él mismo está pagando de su bolsillo la retransmisión de los partidos en la televisión nacional. ¿En qué otro país haría eso un presidente?”
No es la primera vez que los escucho y no sé si será verdad, pero de lo que no tengo ninguna duda es que esto le está reportando al mandatario de Gabón unos réditos electorales que necesitaba desesperadamente. El país se prepara para las próximas elecciones presidenciales en 2016 y el partido en el poder está preocupado por la estrategia de la oposición, que se está uniendo en torno al antiguo secretario de la Unión Africana, Jean Ping, quien podría ser un competidor serio. Tras el bajón inicial de hace un par de meses, Bongo está subiendo puntos gracias al fútbol.
El equipo de Gabón no participa en los mundiales de fútbol, pero eso no impide que los gaboneses animen al equipo africano de fútbol que juegue cualquier día. Eso mismo sucede en la República Democrática de Congo, que a pesar de tener a sus “leopardos”, como se conoce a sus jugadores, fuera de la competición, está tan pendiente estos días de los partidos que la compañía eléctrica nacional (conocida por sus siglas en francés SNEL) ha tenido que pedir a sus abonados que desconecten cualquier otro tipo de aparato durante la retransmisión de los encuentros para que lo aficionados no tengan que pasar por el malísimo trago de que llegue un corte de suministro justo cuando un jugador nigeriano o ghanés esté a punto de disparar el balón a la portería del equipo contrario. En R D Congo los cortes de electricidad son muy frecuentes. Así que, ciudadanos congoleños, desconecten sus ordenadores, frigoríficos, cocinas eléctricas y la bombilla de sus salones para que el país no sufra cortocircuitos durante los partidos. No es broma. Antes de la retransmisión de cada partido, el director de la SNEL aparece en las pantallas para pedir a los telespectadores que desenchufen todo tipo de aparados, con contento de unos y enfado de otros. Eso sí, la compañía no se limita a pedir sacrificios a sus abonados, y también ha tenido el detalle de instalar pantallas gigantes en varias ciudades del país.
Donde no pueden permitirse el lujo de ver el fútbol en pantallas gigantes es en los países africanos golpeados por el terrorismo. En el Norte de Nigeria, donde los salvajes de Boko Haram han atacado ya varias veces a multitudes que animaban a su equipo nacional en bares y clubs sociales, las autoridades han tenido que prohibir a la gente que se reúna para ver los partidos en lugares públicos. Y hace pocos días, el presidente de Kenia -país donde los islamistas somalíes han cogido el gusto a poner bombas y tirotear a ciudadanos- se dirigió a los kenianos con un mensaje claro: “Vean los partidos en sus casas”.
Y terminamos este repaso a cómo se está viviendo la celebración de los mundiales en algunos lugares de África con otra nota entre curiosa y triste: en la República Centroafricana, dos días antes de que empezara la Copa del Mundo, el primer ministro del gobierno de transición, André Nzapayeké, hizo un llamamiento a los grupos armados para que observaran una tregua durante la celebración de los mundiales: “Escuchadme, jóvenes, este acontecimiento sólo tiene lugar cada cuatro años, y si desaprovecháis esta oportunidad ahora tendréis que esperar hasta 2018. Dejad las armas y admirar a nuestras estrellas africanas como Drogba o Samuel Eto’o”. No parece que le hayan hecho mucho caso. El sábado pasado, a las once de la noche, en Bangui, los anti-balaka tomaron al asalto la gendarmería de Bimbo para llevarse las armas y liberar a sus compañeros que se encontraban detenidos allí. El día antes, una milicia musulmana secuestró y asesinó a un soldado, lo que provocó que los indignados jóvenes de su barrio se dirigieran al día siguiente con el cadáver en una carretilla ante el palacio presidencial, donde fueron dispersados a tiros por los soldados de la fuerza de la Unión Africana. Y varios cientos de kilómetros de la capital, en Bambari, ha habido más de 50 muertos en enfrentamientos armados entre las milicias, además de venganzas entre la población civil. Ojalá les gustara más el fútbol.