Para ser desde cerca caricia, para sentir tus manos entre mis brazos.
El mundo silente, inmóvil, paciente arrancó de nuevo. Locomotora sin vías, esbozaba un azul cielo, entre chirrío de dientes. Me invadió la calma.
El viento ondulaba tu melena, reflejaba mi sonrisa viajera; con los dedos en los labios, con los pies en la hierba; con los besos morados de sorbernos... como a un helado. En medio de aquella astral tormenta, la Tierra era libre de cambiar su destino; se puso la órbita por montera,
y con arrojo… siguió su camino. Chema García