El retraso de la edad de jubilación también preocupa en Nueva York. El llamado mundo occidental comparte los mismos problemas y los mismos debates porque, al fin y al cabo, la política económica y social es idéntica, y el mercado que nos gobierna a unos y a otros está y es omnipresente. No puedo hablar con propiedad, en la medida en la que desconozco la legislación norteamericana y las características concretas de su sistema de pensiones, pero en la prensa es tema recurrente analizar las ventajas y desventajas de la jubilación a los 67 años. Hay quienes sostienen que esta propuesta es imprenscidible porque la esperanza de vida en Estados Unidos se ha alargado hasta la edad de 82 y hay quienes afirman, con razón, que si se prolonga el peridodo de trabajo y cotización no habrá espacio para los más jóvenes en el mercado laboral. Una mujer de origen hispano, con la que coincidimos comprando fruta en un puesto callejero, nos contaba ayer que lleva más de un año sin encontrar empleo y se preguntaba cómo iba a pensar en la jublación sino tenía ni una sola opción de acceder a un trabajo, aunque fuera precario y mal pagado. Nos dijo que llevaba más de dos décadas viviendo en Nueva York y nunca había atravesado un período tan negro. Su único hijo, de 18 años, sirve comida por horas en un bar mexicano en el Village y con ello van tirando hasta dónde pueden. Mientras conversamos, las limusinas recorren la Sèptima avenida, recordándonos que no estamos en el país de las oportunidades sino en el país de las desigualdades, Al fin y al cabo, como en casa.