Muniellos fue la primera ruta senderista que hice en Asturias. En realidad, fue lo primero que conocí de ella. Recorrer este bosque mágico me dejó un profundo recuerdo. Un bosque encantado que siempre se ha vestido de fiesta durante la estación otoñal. Las hojas de sus árboles comienzan a caer y los rayos de sol consiguen filtrarse con mayor fuerza en el interior de la reserva. Las texturas, los aromas y los colores van a convertirse en nuestros verdaderos compañeros de viaje.
El bosque danza su último baile antes de entrar en su sueño invernal. Sonidos del corretear del río Muniellos y de tantos arroyos como días tiene un año. Sonidos de nuestras pisadas al romper las hojas muertas que tapizan el camino. Recorrer Muniellos nos va a ofrecer la oportunidad de retroceder siglos atrás. Vamos a disfrutar de la presencia de un bosque cantábrico con miles de años. Repleto de roblesde diferentes especies, hayas, abedules, tejos y acebos. De musgo, helechos, fresnos, avellanos, álamos…Caminos retorcidos que se quiebran, ascienden y descienden. De arroyos que vierten sus aguas a un río que se nos muestra con la superficie llena de hojas muertas que le dan color en un juego travieso de figuras diferentes danzando según la fuerza de la corriente.Salvaje y aislado. Lleno de mitología, leyendas y de bellezas enigmáticas que esconden sus senderos. Monte mágico de cuélebres y trasgos…Nuestro bosque asturiano es uno de los más antiguos y más hermosos de Europa ya que nos proporciona una gran pureza de aire y de agua en su interior. Es un inmenso robledal. Extenso. Ensoñador. Virgen. Viejo…Pero si indagamos un poco en la historia de Muniellos descubriremos que existieron muchos factores que pudieron acabar con él. Y no ocurrió por algo que nos daremos cuenta cuando lo visitemos: su aislamiento y orografía abrupta.Varias empresas madereras intentaron explotarlo. Y lo hicieron, aunque terminaron sucumbiendo. La UNESCO lo declaró Reserva de la Biosfera en el año 2000y Asturias se volcó para protegerlo. En el año 2003 fue ampliado al Parque Natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias.Retrocedamos un poco para ver como este bosque ha luchado por su propia regeneración por culpa de las explotaciones que comenzaron en el siglo XVI con la extracción de madera de roble para la Armada Invencible. Más tarde, en el siglo XVIII, abasteció a la Armada Real y sus astilleros de El Ferrol. Incluso existió un proyecto de ferrocarril con el objetivo de unir Cangas del Narcea con San Esteban de Pravia para trasladar la madera y el carbón.Un grave incendio de la serrería que había dentro del recinto y el intento fallido de la construcción del ferrocarril provocó que disminuyera el interés por seguir talando el interior de sus bosques. En el siglo XX aún se siguió arrasando la zona más baja de Muniellos (Las Tablizas) La mano del hombre era palpable: una central eléctrica, la serrería, cabañas de los trabajadores, oficinas…Fue ICONA quien, viendo la masacre que se estaba realizando en uno de los espacios naturales más importantes de Europa, decidió comprarlo. A raíz de ese momento, Muniellos adquirió la figura de protección oficial. Varias declaraciones de organismos ayudaron a que el bosque comenzara a regenerarse. Pero me ha llamado mucho la atención que alguna cabeza ‘pensante’ quisiera reforestar Muniellos con… ¿pino silvestre?... Nosotros apenas apreciaremos este pasado tan devastador excepto cuando veamos el edificio abandonado de la central eléctrica.Antes de acudir directamente a Muniellos es muy importante que sepas que la entrada está restringida a 20 visitantes por día. No resulta tan fácil y menos durante el otoño que es la mejor estación para recorrerlo. Para ello tendrás que entrar aquí y realizar la reserva.¿Hecha? Pues venga, a por las botas de montaña, la mochila con provisiones para unas cuantas horas y la cámara de fotos. ¡Ah! ¡No olvidemos el chubasquero que estamos en zona de montaña con mucha probabilidad de lluvia!Para acceder a la Reserva de la Biosfera de Muniellos debemos hacerlo desde Cangas del Narcea. Tomamos la carretera en dirección hacia Ibías. Pasamos por el pueblo de Ventanueva. Un cruce a la derecha nos interna en una carretera rural a Moal. A partir de aquí, un estrecho camino a la izquierda nos lleva hasta Las Tablizas (inicio de Muniellos).Después de que el guarda forestal nos registre va a indicarnos las dos rutas que podemos hacer dentro de la reserva. La elección de una u otra dependerá mucho de la climatología que haga, nuestra condición física y el tiempo que dispongamos. La reserva cierra una hora antes de que el sol se ponga. No lo olvidemos nunca. La ruta más larga (20 km de ida y vuelta) exige una buena condición física ya que se realiza por la ladera del monte a través de un camino muy pedregoso y con mucha pendiente. La ruta corta (unos 13 km) se hace al lado del río Muniellos. El primer tramo es bastante llano. Comienza por un camino por donde apenas se aprecia la pendiente. Pero en los últimos 2.5 km hay que salvar todo el desnivel que tiene este recorrido. Unos 600 metros si llegamos hasta la primera laguna.Las dos rutas comienzan en Las Tablizas (600 m). Nosotros vamos a hacer la corta. Aún así, tenemos por delante unas tres horas y media de ida y otras tanto de vuelta. Tenemos que planificar muy bien el tiempo. Si nos entretenemos demasiado en algún momento debemos recordar que tendremos que recuperarlo andando más deprisa.Los primeros metros los hacemos por una pasarela que está adaptada para personas con movilidad reducida. Vamos a cruzar hasta once puentes de madera. Algunos serán simples troncos colocados para salvar el cauce del río Muniellos o algún pequeño barranco. Durante los primeros kilómetros vamos a ver un bosque muy cerrado con densa vegetación. Un paseo entre líquenes, musgo, helechos, robles, hayas…Vamos a ir disfrutando de pequeñas cascadas y saltos de agua. Cruzamos varios puentes. Según vamos superando kilómetros, el camino se va estrechando.Para los amantes de la fotografía Muniellos resulta una gran fuente de inspiración. Pero no lo olvides…Aquí hay que recuperar el tiempo perdido si quieres llegar, por lo menos, a la primera laguna. Vemos muchos troncos huecos al lado del camino que son morada de musgo, líquenes y hongos. También nos llama la atención varios canchales de roca suelta sobre la ladera del monte. Muchas piedras también están coloreadas por el verde del musgo.Cruzamos dos puentes juntos. Y el camino se estrecha convirtiéndose en sendero. Comenzamos a ganar altitud pero de una forma cómoda. Aquí la vegetación nos rodea de tal forma que este es el tramo más mágico y hermoso de la ruta. El río sigue descendiendo ruidosamente con algunos saltos de agua. A medida que vamos ascendiendo comenzamos a encontrarnos ejemplares de abedules. Esos árboles de tronco delgado y formas extrañas. Después de pasar un puente que nos deja el río Muniellos a la derecha vemos un ejemplar monumental de roble. Lo llaman el ‘roblón’ ya que tiene siete metros de perímetro y más de siete metros de alto. ¡Inmenso!Empezamos a ver el río encajonado entre la vegetación. Nos queda poco para llegar al cruce de caminos. El sendero de la derecha es el que pertenece a la ruta larga. Nosotros seguimos a la izquierda. Bueno, tomamos aire y con mucha mentalidad… ¡hacia arriba! Queda el tramo más duro. Unos dos kilómetros y medio.Dejamos el río. Ya no lo vemos porque la vegetación lo oculta. Pero seguimos escuchándolo. Caminamos por la ladera del monte saltando por algunos troncos que hay en el sendero. Superamos metros de desnivel con increíble rapidez. Si la niebla no nos lo impide, que lo más seguro es que sí, podremos ir viendo las montañas que nos rodean.Ya arriba, nos encontramos con la primera laguna, La Isla (1.320 m). Se llama así porque tiene un pequeño islote en el centro.Yo me quedo aquí. Pero si tú quieres seguir podrás continuar ascendiendo hacia la laguna Honda. Y si aún te quedan fuerzas y sobre todo tiempo, puedes llegar hasta la laguna Grande (1.450 m) a través de un sendero que apenas se ve.Hemos hecho un gran esfuerzo pero la niebla nos juega una mala pasada. No podemos ver la inmensidad del valle que nos hemos dejado atrás. No vemos ese bosque mágico desde lo alto, desde la cima. Ni el robledal, ni la vegetación, ni el río. Los asturianos nos cuentan que el culpable de esta niebla densa es el nuberu. Un ser mitológico que no sabe vestir; que va siempre subido en una nube y a quien le gusta asustar a los aldeanos con intensas tormentas con rayos y truenos.Aún así, podemos ver imágenes impactantes de esas montañas que se extienden a nuestro alrededor miremos hacia donde miremos. Bosques y monte bajo vestidos de verde y ocres. ¡Sin palabras!Después de descansar, de respirar aire puro y de habernos recargado de energía positiva, no nos queda más remedio que acelerar el paso para iniciar la bajada.Mientras, en nuestra mente, iremos condensando todas estas sensaciones recibidas de este bosque mágico. De esta inmensidad cantábrica de hace miles de años…
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