Munilla quiere desterrar a un teólogo franciscano.

Por Santiagomiro
Munilla se acerca a los niños y destierra a los "frailes rebeldes".


José Arregi, teólogo franciscano acusado por el obispo de "hereje"

José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián, habría exigido al provincial de los franciscanos de Arantzazu que “desterraran” al religioso Joxe Arregi a las misiones. El teólogo franciscano dejó de hacer declaraciones en los medios de comunicación, de dar sermones en Arantzazu y de publicar sus reflexiones semanales tras criticar la designación del prelado como nuevo responsable de la diócesis de Donosita. A finales del año pasado, Arregui había denunciado que, durante su época de párroco en Zumárraga, Munilla tenía en su ordenador una “lista negra” de curas vascos, clasificados como “mafia”. La denuncia le valió a Arregi la condena al silencio. Pero, no contento con ésta, seis meses después de su nombramiento, el obispo quiere consumar el castigo al franciscano con el destierro.
Munilla se habría dirigido a los superiores franciscanos, instándoles a “callar del todo a José Arregi”. Como medida complementaria, el obispo exigió la posibilidad de enviar al religioso, a quien habría calificado de “agua sucia que contamina a todos, a los de fuera de la Iglesia y a los de dentro”, a algún país sudamericano. Arregi dejó de hacer declaraciones en los medios de comunicación, de dar sermones en Arantzazu y de publicar sus reflexiones semanales, pero ha advertido que no admitirá su destierro. “No puedo acatar –habría declarado– estas órdenes del obispo”.
“El obispo –comentó, por su parte, el teólogo franciscano en el mismo diario– me atribuye numerosos errores y herejías teológicas. He mantenido con él varias conversaciones que, en realidad, han sido severos interrogatorios con el Catecismo de la Iglesia Católica en la mano. No aprobé el examen, no porque desconozca el Catecismo, sino porque no acepto que sea la única formulación válida y vinculante de la fe cristiana en nuestro tiempo”. A la vez, acusó al Obispo Munilla de representar “el autoritarismo, el dogmatismo y el miedo”.
Munilla afirma que no va a contestar a Arregi, apostillando que “la comunicación entre un obispo y un sacerdote tiene lugar en el fuero interno de la Iglesia”. El primer punto de su escueta nota de prensa resume la filosofía que pretende implantar el prelado que no es ni siquiera aceptado por la mitad de su rebaño en Gipuzkoa: “Lavar los trapos sucios en el seno de la comunidad diocesana o en la curia, sin que salgan a relucir las disensiones a los medios de comunicación”. En abril, tras el nombramiento de nuevos vicarios general y de pastoral ya se avanzó a través de las páginas de Gara que Munilla iba a ir poco a poco, asentando su línea pastoral neoconservadora. A la mayoría de laicos y religiosos con cargos de responsabilidad les quedaban, como principales opciones a medio o largo plazo, plegarse al magisterio de su nuevo pastor, “o irse a un colegio, o a misiones”.