Murcia y el Mediterráneo

Publicado el 15 julio 2015 por Carmelo Carmelo Beltrán Martínez @CarBel1994


Murcia huele a mar, y es normal que lo haga, pues es el Mediterráneo quién le da su mayor personalidad. Pero este no solo se huele, sino que se siente, se toca y se respira. El solo caminar por su arena mientras sus suaves olas te moja los pies evoca recuerdos.
Recuerdos de la niñez que pasé entre sus sonidos. Largas mañanas en su orilla construyendo castillos o siendo mecido por sus brazos. Tardes luchando contra sus olas enfurecidas mientras las intentaba domar con una tabla del dibujo animado de moda.
El Mediterráneo suena a pensamientos y a inspiración. A energía y a motivación. Aunque sus palabras de amor solo podrán ser captadas por aquellos que lo conozcan bien, sus rugidos de furia retumbarán en todos los oídos.
Pero el mar no es solo el agua y la arena. El mar lo hacen las familias que disfrutan de una mañana sentados en su reino, rindiendo pleitesía a este gran señor con sus risas y su cariño. Con cada cabeza soñando mientras pierde su mirada fijándose en el horizonte, donde su cuerpo se funde con el del cielo.
Murcia tiene más cosas que mar. Murcia es cariño. Murcia es familia. Murcia son largas horas de viaje en coche mientras leía o jugaba a una videoconsola. Murcia son horas de canciones cantadas en familia mientras las ruedas del coche rugían. Murcia es volver a ver a esos que siempre han estado y que solo ves una vez al año. Es nostalgia y es ilusión. Es volver a tu pasado. Murcia son tardes caminando con mi abuelo, buscando juguetes y revistas en cada esquina. Soñando delante de partidos de fútbol y comiendo mis comidas favoritas. Murcia es caminar con una tiza en la mano remarcando las bicicletas y las personas borradas de la calzada. Murcia son recuerdos que te atrapan y que te hacen sonreír. También son malos sentimientos, malas historias que ante la orilla del mar sucedieron, sin embargo, tales emociones, cual resaca de mar, quedan absorbidos por la marea de todo lo bueno que a la luz de ese paisaje una vez sucedió.

Porque esa es la diferencia entre ir y regresar. Cuando vas construyes recuerdos, cuando regresas son ellos los que te encuentran a ti.