Murillo, al servicio de la fe

Publicado el 07 julio 2014 por La Hispaña @lahispa

Nació en Sevilla, en el año 1617, en una familia de 14 hermanos, donde él era el hermano menor. A los nueve años, se quedó huérfano de padre, y madre. Su hermana Ana, se hizo cargo de él, la cuál le permitió visitar con frecuencia el taller de un conocido pinto, Juan del Castillo. En 1630 trabajaba ya como pintor independiente, y en 1645, recibió su primer encargo, unos lienzos para el claustro de San Francisco el Grande, en Madrid (destaca la Cocina de los Ángeles).

El éxito de estas obras, le permitió vivir una vida desahogada, mantener a su mujer y a sus nueve hijos. Tras pintar dos lienzos en la Catedral de Sevilla, se especializó en pintar escenas religiosas, cómo la Inmaculada, la Virgen con el Niño, obras que son calificadas como las mejores del Artista Sevillano. Se trasladó a Madrid desde 1658 a 1660, donde mantuvo el puesto de Director en la Academia de Pintura.
En este momento recibió importantes encargos, como el del Monasterio de San Agustín, o el de Santa María la Blanca. Más tarde, trabajó para los Capuchinos de Sevilla, y para el Hospital de la Caridad.