

Muse triunfaron nada más salir al escenario, con una enorme pirámide coronada por una bola, los juegos de luces e imágenes fueron constantes. Superado tan sólo por la aparición hacia el final del concierto de un ovni que sobrevoló al público y del que salió un acróbata que hizo sus ejercicios en el aire. La banda ha conquistado uno de los baluartes más difíciles para un grupo de rock: los conciertos en grandes estadios, el espectáculo puro y duro. Pocos grupos de rock pueden entrar en ese podio reservado tan sólo para unos pocos.