Un 3 de noviembre de 2018 estaba yo en modo guiri por el mundo, concretamente, visitando el Musée de l’Armée y el de los Planos y Relieves en París. Además, este complejo también alberga el Hôtel National des Invalides, la Iglesia del Dôme y la de Saint Louis des Invalides, los cuales tuve la oportunidad de visitar en otras ocasiones. Es demasiado grande para verlo todo en un solo día.
Ya los alrededores son imponentes. La gran Esplanade des Invalides se extiende desde el puente de Alexandre III hasta que la vista alcanza al fondo la cúpula dorada de su iglesia. Una vez que estamos más cerquita, señala al cielo una hilera de cañones que te dan la bienvenida al recinto.
El Hôtel des Invalides o Los Inválidos en su origen fue un palacio del XVII que tenía por objetivo alojar a los soldados heridos o ya retirados como forma de agradecerles el servicio prestado a la monarquía de Louis XIV. De hecho, hoy en día los soldados mutilados o jubilados pueden seguir aprovechando este espacio.
La Iglesia del Dômo es aquella que tiene una cúpula dorada que destaca sobre todo el conjunto arquitectónico. Ésta fue recubierta hasta cinco veces de oro (igual por eso brilla tanto, ja, ja, ja). De los que se encuentran allí enterrados el más famoso es Napoleón, cuya tumba es un sarcófago gigante de cuarzo rojo rodeado por una cripta circular donde se narra, en los diferentes relieves, historias de este famoso emperador. Aunque como todos sabemos, París no fue siempre el lugar de descanso de Napoleón, sino que sus restos fueron traídos desde la Isla de Santa Helena, ya que murió en el exilio. Algo que me sorprendió muchísimo fue que, nada más entrar, a la derecha, se encuentra la tumba de José I Bonaparte, nuestro Pepe Botella. Y yo no sé si es que no lo esperaba encontrar ahí o qué, pero quedé flipando muy mucho al encontrar al poco querido rey de España.
Aprovechando que estamos hablando de muertos famosos, el hijo de Napoleón también se encuentra en este mausoleo, pues el mismísimo Hitler lo cesó al gobierno colaboracionista de Vichy, o los relevantes mariscales Lyautey, Foch y Leclerc.
Sarcófago de Napoleón Bonaparte Tumba del hijo de Napoleón Sarcófago del mariscal Foch Estatua de Napoleón Sarcófago del rey de España José I Bonaparte
En la Iglesia de Saint Louis des Invalides o la de los Soldados estuve mucho tiempo intentando saber cómo entrar en ella. Me llamaba mucho la atención ver desde fuera tal profusión de banderas ocupando todo aquel espacio. Al final me entere de que está decorada con un centenar de trofeos de guerra arrebatados al enemigo, evocando hechos de la historia del ejército francés desde 1805 hasta el siglo XX.
Este lugar presenta dos iglesias porque el monarca quería un espacio de oración para sí y otro para los soldados, no se quería mezclar con ellos. Finalmente, los arquitectos discurren hacer dos iglesias, una continuación de la otra, pero con las estancias diferenciadas. Como se suele decir, juntos pero no revueltos.
El Musée de l’Armée o Museo de la Armada es inmenso. En él se puede encontrar toda suerte de armaduras tanto de soldados como de caballerías, una variedad infinita de uniformes militares, medios de transporte del ejército, monedas, medallas, trofeos, fotografías, útiles médicos… y un largo etcétera. Entre las cosas que más me llamaron la atención de la exposición fue el cuerpo del Vizir, el caballo más querido de Napoleón. Ahí está bien enterito to disecao.
Una de las veces que fui, en el gran patio que tiene en su centro, llamado La Cour d’Honneur o el Patio del Honor, estaban celebrando un funeral. La verdad que te dejaba con los pelos de punta aquella solemnidad en aquel espacio tan importante a la par que imponente.
Respecto al Museo de los Planos y Relieves se encuentra en una sala muy oscura del último piso. En esa oscuridad te vas abriendo paso entre una seria de maquetas y de planos impresionantes que representan una serie de lugares emblemáticos de Francia, en concreto ciudades fortificadas y su campiña circundante. En su día servían a los estrategas para organizar sus misiones, además de que eran un símbolo de prestigio para los jefes de estado que los poseían. Eran objetos muy valiosos en todos los sentidos. A mí me encantó ver el Mont Saint Michel, ya que en su día tuve la oportunidad de recorrer sus calles.
Por último, voy a cerrar esta publicación sacando una sonrisa al cumpleañero de hoy, a quien tengo la suerte de poder compartir el reír cual elefantes en una cacharrería.
Muchas felicidades, Rubén