Revista Arte

Museo Nacional de Bellas Artes: 100 pesos para extranjeros y DNI para argentinos

Por Civale3000

Hay que comenzar por aclarar que el Museo Nacional de Bellas Artes en los últimos 25 años ha sido un referente incuestionable de la excelencia en el arte local e internacional. Incluso a lo largo de sus sucesivas direcciones, fue siempre una institución de magníficos aciertos.

En esta última etapa, la programación de muestras internacionales creció en sus ambiciones de manera exponencial hasta que se anunció la muestra de Turner. Pero al poco tiempo se realizó un segundo anucio que empezó a cambiar de a poco la perspectiva. No es la primera vez que en el MNBA se arancela una exposición temporaria, ha ocurrido en momentos de menor recesión económica. Y Turner no tiene un arancel caro sino todo lo contrario: es baratísimo ver esa exposición por 100 pesos en Buenos Aires. Esta única medida no habría afectado la dinámica ni la circulación tradicional del Museo en lo más mínimo: como en otras ocasiones, se podría haber puesto una mesa al pie de la escalera que conduce al Pabellón de muestras temporarias para cobrar las entradas sin afectar el funcionamiento normal del Museo. Pero arancelar la muestra de Turner no fue la única medida. Vino acompañada de otra mucho más contundente que fue la desición de cobrar, también 100 pesos , a todo visitante extranjero, no argentino, no residente. Esta medida da por tierra con una enorme tradición del Museo que tiene que ver con su acceso irrestricto, libre y gratuito, dado que ahora el visitante al ingresar en lugar de dirigirse directamente a la sala de su interés, atraviesa, como en prácticamente todos los Museos del mundo, una fila para registrarse y que le emitan un ticket. Al llegar a la caja, los empleados del Museo solicitan el DNI para constatar nacionalidad y en función de ello le cobran o no al espectador. Esto, que no sería grave en ningún Museo del mundo, es grave en el MNBA porque en accesibilidad siempre fue mucho mejor que los demás Museos del mundo. Ahora confrontamos por primera vez en décadas una potencial reducción de su público general por una medida que a su vez nos coloca por debajo de las políticas de nuestros países limítrofes dado que ni Chile ni Uruguay cobran entrada a extranjeros en sus Museos Nacionales.

Quiero volver en el tiempo a mi primer viaje a Europa a los 16 años con mi hermana. Era el uno a uno, nos fuimos 2 meses enteros de mochileras, principalmente a ver Museos. Me acuerdo de entrar a Louvre y que me pregunten de dónde era y al responder “Argentina” que me manden a hacer otra fila. Me iban a hacer un descuento de estudiante pero pagaba el doble por no ser francesa. Me pareció una desgracia de criterio en función de lo que yo conocía. Fue un momento fundacional de mi reconocimiento de qué tipo de Museo era el Bellas Artes. Detesto personalizarlo pero me acuerdo de que pensé “nosotros no le hacemos esto a nadie”.

En ese mismo viaje, un mes más tarde, decidimos con mi hermana ir a ver la Opera de Viena, tan famosa. Teníamos muchísimas expectativas, por eso cuando finalmente llegamos y nos acomodamos, miramos alrededor y dijimos “no puede ser”. Me acuerdo que lo hablamos: era imposible que esta sala pelada, chica y aburrida fuera “la Opera de Viena”. Era evidente que estábamos en un auditorio secundario del teatro. Lo que siguió fue verdaderamente lamentable porque quisimos confirmarlo con un señor ubicado al lado nuestro. “¿Perdón, este no es el auditorio principal, no?” La pregunta le generó algo así como un ataque de nervios. En un inglés a duras penas decodificable el austríaco gritaba “This is a historrical oditorrium!!!!” y con mi hermana nos miramos y entendimos inmediatamente la trampa de vivir en una ciudad que tiene un teatro como el Colón. Fue otro despertar del nivel de ciudad que es Buenos Aires en Cultura. Es una anécdota, pero es graciosa y lo digo para toda la gente que me llamó entre ayer y hoy para decirme que el Metropolitan cobra, que “si no hay plata no la vamos a dilapidar en cultura”, que “en europa y Estados Unidos las cosas son así”. Primero y principal, en Europa las cosas son de miles de maneras, y en lo que respecta a Estados Unidos, hay que ser muy particular para declararse fanático de cómo son allí las cosas. Si a nadie se le ocurriría refaccionar el Colón para que se parezca a la Opera de Viena: ¿Porqué quieren cambiar una política cultural espectacular por una política europea o norteamericana? El MNBA siempre tuvo una característica distintiva: la libertad de acceso irrestricto. Tuvo siempre una política de “que venga el que quiera, como quiera, cuando quiera”; que entre el que salió a correr con solamente las llaves de su casa, que entre el que está tomando sol en la Plaza de en frente, etc. Nada de esto es menor, es una enorme declaración de principios. En este momento nos vamos a confrontar con cobrarles entrada a los venezolanos que están residiendo y trabajando en la Argentina, entre otros grises. Buenos Aires no es perfecta, y desde el 2001 estamos habituados a que el acceso al Arte sea pago. Se paga entrada por ir al Malba, al Fortabat, a PROA y se pagan bonos contribución por entrar al MAMbA, al Museo de Arte Decorativo, al Palacio Noel y al Museo de Arte Popular José Hernández, etc. La oferta es grande y no se pretende que todo sea gratuito: es una gran capital cultural del mundo en un país lleno de problemas y carencias. Pero de entre todas las carencias, tenía algo a favor en cultura: el Museo más importante del país era también el más plural. Acabamos de dejar ir algo grandioso. Con esto se va una política excepcional y superadora de todos los países cuyas políticas culturales se citan como ejemplo. Justamente porque no hay plata, el Museo tenía que seguir siendo gratis para todos, con o sin DNI. Porque el Arte era para la humanidad en un país compuesto por pueblos originarios e inmigrantes. Porque por lo menos ahí no se le decía que “no” a nadie, y porque, si esto siempre fue posible, no puede cambiar sin que nos den alguna explicación. ¿Qué fue lo que pasó para tener que reducir el funcionamiento de una institución magnánima a estándares inferiores? Lo cierto es que desde enero venían ensayando una forma de arancelar el acceso, y que finalmente lo lograron. Este es el gobierno que cambió la historia y la circulación del público del Museo Nacional de Bellas Artes de la República Argentina. Si es una política de transición en crisis, es menos polémico que tener que decir que se ha empezado a fracasar en todo aquello que siempre se pudo sostener. Es una lástima que la administración del país se encuentre en una posición financiera tan desafortunada como para tener que ceder uno de los pocos orgullos genuinos que nos quedaban.

PH de portada: Graciela Sacco


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