Música en ítaca (22)

Por Ada


JOHN COLTRANE
“El padre era sastre, pero llevaba el veneno de la música en sus dedos de violinista y clarinetista aficionado; la madre tocaba el piano en la iglesia del distrito. John Coltrane (Hamlet, Carolina del Norte, 1926 – Nueva York, 1967) se cría en un ambiente de pasión musical y religiosa, con un abuelo que escribe sermones y predica delante del coro que después canta gospel negro.
Coinciden quienes lo retratan en la niñez y en la adolescencia: Coltrane tiene un carácter tímido y conciliador; pasa muchas horas en la cocina familiar, donde repite con el saxo alto y el clarinete unos compases endemoniados; le gustan las películas de los hermanos Marx, pero sobre todo el nihilismo silencioso de Harpo. La muerte prematura del padre, cuando John sólo cuenta trece años, deja una herida que no se alivia con la práctica deportiva.
En 1943, la familia fija su residencia en Filadelfia, urbe que, por estar situada cerca de Nueva York, permite a John Coltrane el encuentro con los más relevantes jazzmen de la época. Se describe a un Coltrane que escucha extático, con los dedos quemados por el cigarrillo, las improvisaciones de Charlie Parker. Ya actúa en las orquestas de King Kolex y Joe Webb, acompaña a cantantes y analiza, con su amigo Jimmy Heath, cada detalle de los solos de Lester Young. Este rigor, que nace de su deseo de rebasar fronteras del conocimiento («Parto de un punto y voy lo más lejos posible. No sé qué busco. Algo que jamás ha sido tocado»), persiste en él hasta los últimos días. A menudo causa problemas en los hoteles donde se hospeda porque, a horas intempestivas, sigue trabajando con tenacidad inflexible”.
FRANCISCO JAVIER IRAZOKI
(Fragmento del libro La nota rota; Hiperión, 2009)