Música en ítaca (7)

Por Ada



BILLIE HOLIDAY


“Abandona el nombre real, Eleanora, en la niñez, cuando también deja atrás la vivienda de su madre y se emplea de criada. Su biografía acumula velozmente las miserias: malos tratos, violaciones, penuria económica. La adolescente se prostituye y es encarcelada.


Los hombres blancos se alejan del Harlem neoyorquino tras la crisis financiera de 1929, y el antiguo barrio residencial se convierte en el gueto de los negros. Los místicos conviven con los mafiosos, y las bailarinas más sensuales se cruzan con los predicadores en un paisaje de iglesias rodeadas por burdeles. Los escritores ponen su sello: la Meca de la bohemia negra. Allí se abren los clubes que concentran la música experimental y el jazz, y allí empieza a actuar Billie Holiday (Baltimore, 1915 – California, 1959). La chica se refugia en el sitio que le sirve para cantar sus humillaciones de recién liberada de la cárcel.


(…)


Billie lleva tiempo sobre los escenarios a cambio de propinas irrisorias. Tiene dieciocho años cuando la descubre el productor John Hammond, miembro de una familia adinerada y quizá el hombre que se acerca a ella con las intenciones mejores. Se dice que, medio siglo más tarde, Hammond muere escuchando un disco de la que fue su protegida. Gracias a él, la muchacha logra trabajo en orquestas prestigiosas, graba varios temas, colabora con los pianistas Teddy Wilson y Count Basie y, sobre todo, con el saxofonista Lester Young, alma gemela. Debajo de la voz de Billie Holyday, y a veces filtrado entre las palabras, el saxo de Lester Young expresa la misma herida”.



FRANCISCO JAVIER IRAZOKI


(Fragmentos del libro La nota rota; Hiperión, 2009)