LEONARD COHEN
“Él nace en una familia de inmigrantes conservadores. Su padre, militar, viene de Bielorrusia. La madre, judía lituana que enseña al hijo los cánticos religiosos, huye del estalinismo. Leonard dice no sufrir por las reglas estrictas de la casa, y sólo la muerte paterna evita su ingreso en el ejército profesional.
Antes de comenzar los estudios universitarios, memoriza las páginas de Federico García Lorca y Willian Butler Yeats, y aprende el cancionero folk. Después, las aulas son un albergue para tocar el banjo y la guitarra con los amigos. De noche, sobre un fondo de música de jazz, lee en público sus poemas.
A los veintiún años publica el libro de versos Let us compare mythologies, y en la naturaleza del joven se perciben los dos hilos rojos que lo conducen hasta la vejez: la austeridad y un deseo de escapar del remolino urbano. La escritura le parece “lo contrario de la abundancia, lo contrario del lujo. Es más bien un trabajo de trapero”. En 1959 se establece en Hydra, isla griega al sur de Atenas, donde lleva una vida de artista sobrio y apartado.
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En la última década del siglo XX, Cohen se adhiere a una comunidad zen afincada en Mont Baldy, en las cercanías de Los Ángeles, y dirigida por el monje octogenario Sasaki. Se levanta a las dos de la mañana; medita; friega una pila de tazones, cucharas y palillos; prepara el desayuno de los compañeros”.
FRANCISCO JAVIER IRAZOKI
(Fragmentos del libro La nota rota; Hiperión, 2009)