Frances Ha es una de esas películas que al primer vistazo se toman como una comedia fresca, auténtica, encantadora y deliciosamente caótica, y que al segundo visionado se revela como lo que es, una inmensa estupidez apenas camuflada bajo el marchamo formal y estético de esa gran trola llamada “indie”. Su protagonista, Greta Gerwig, parece no haber asimilado el paso de los años, y en 2017 ha vuelto a la carga en idénticos parámetros con la boba e insufrible Lady Bird, nominada al Óscar a la mejor película. Cosas veredes.
Al menos Frances Ha cuenta como uno de sus leitmotivs con Modern Love, de David Bowie. Algo es algo.