Música y Método Suzuki: aprender disfrutando

Por Belen

A nosotros la música nos conquistó hace ya mucho tiempo, siendo Rayo muy pequeño. Contaba dos años y yo buscaba actividades que poder disfrutar con él. Y digo disfrutar con él porque aspiraba a encontrar algo que pudiéramos compartir y hacer juntos. No me interesaban actividades donde dejarle y luego recogerle, ¡yo quería formar parte de lo que él hiciera! No fue fácil, di muchas vueltas, hace unos años no se estilaba tanto esto de madre-hij@ siempre juntos. Pero tuve la suerte de dar con una escuela estupenda que, no sólo abría sus puertas a los padres, sino que era requisito fundamental que nosotros formáramos parte de las clases. Me había topado con el Método Suzuki de música. 
No lo busqué, simplemente me lo encontré y supe que era perfecto para nosotros. Rayo era pequeño e inquieto así que decidí comprobar eso de que la música amansa a las fieras. Y en nuestro caso funcionó. Recuerdo un aula con 7 u 8 peques todos de entre 2-3 años y mi niño era el único sentado con la boca abierta delante de la profesora. Pero la magia se confirmó cuando meses después llegó Laura, con su flauta travesera y entonces Rayo se rindió del todo y tuvo claro que él quería ser flautista. Recuerdo la primera vez que la oyó tocar, ¡los ojillos se le salían de las órbitas!
Aquel primer año de iniciación musical pudimos confirmar que aquello iba a ser algo más que pasar una tarde en semana divertida. Después llegó el instrumento y por supuesto él eligió, ¿adivináis cuál fue? ;) Con 3 años hacía sus primeros pinitos con el pífano. Con 5 pasamos a la flauta con cabeza curvada, ¡cuánto le motivó pasar a la flauta de mayores! 
Rayo avanzaba, imparable, aprendía de oído, como manda el método. Y yo me quedaba alucinada viendo cómo él avanzaba: escalas, arpegios, pentagramas, ritmos, graves, agudos, piano, forte, tocando canciones de oído y sobre todo disfrutando, aprendiendo y pidiendo más. De las canciones más populares pasamos a conocer a Shubert, Bach y sus encantadores minuetos o piezas más complicadas como la Bourrée de Handel. 
Y de repente, con 7 años, había que empezar a pensar en pasar a un instrumento de verdad, a la flauta travesera de súper mayor. ¿Cómo habíamos llegado hasta aquí? Disfrutando, ahí está la clave. No tenemos exámenes, pruebas, no tenemos hitos que cumplir por obligación. El ritmo lo marca cada alumno, no se compara, no hay niveles, sólo hay música, ni más ni menos. ¡Y el método funciona! 
Este curso comenzó con un nuevo reto: el solfeo. Ahí empezó una crisis importante, no fue la primera ni la más dura (de eso ya os hablo otro día) pero fue determinante. Con esfuerzo conseguimos superarla, se rindió a los pentagramas y comprendió que la música se puede leer.
Y este fin de semana hemos tenido la suerte de disfrutar de un encuentro maravilloso, donde niños de flauta travesera y clarinete de varias ciudades y escuelas se han reunido para tocar, para seguir aprendiendo y disfrutar, todos juntos, de su amor por la música. Como siempre, los padres hemos podido disfrutar a su lado. Somos piezas fundamentales, apoyo de niños y profesores, maestros también sobre todo en los inicios. Y ahí estaba mi chico, con su flauta de mayor, tocando con niños como él, disfrutando de una reunión donde música y juego van de la mano. 
Una vez me dijo que no entendía por qué de sus amigos, o de sus compañeros del cole, era el único que tocaba la flauta. Se sentía diferente. Pero encuentros de este tipo hace que se sienta como en casa, donde se refuerza su amor por la música, sus ganas de seguir aprendiendo.
Cuando estábamos llegando me dijo "mamá siento mariposas en el estómago, creo que estoy emocionado". Y cuando finalizamos ayer tarde lo tenía claro "estoy agotado pero tengo muchas ganas de repetir". La música ya forma parte de su vida y han creado un vínculo precioso. 
En próximos posts os hablaré más del Método Suzuki, de cómo se utiliza con niños discapacitos, de sus muchas ventajas. ¿Habíais oído hablar de este método?, ¿conocéis a alguien que lo siga?