Para acabar un viernes completo nada mejor que "Mein Gott" Bach y su "pasión menor" con solistas, coro y orquesta de lujo. No podía imaginar el despliegue técnico que este "maratón Musika" supone, no ya la organización de las salas, comprendiendo el no numerar las localidades pese a que ello conlleve hacer largas colas, sino toda la infraestructura técnica. Con la orquesta y coro ya en el escenario todavía estaba uno de los afinadores de claves venidos para este macroevento trabajando sobre el instrumento, comprobando el meticuloso oficio de estos anónimos currantes sin los que el resultado final nunca sería igual.
El maestro Spering, con el que tuve el honor de charlar al día siguiente haciendo cola para el primer concierto matutino, ejerció de auténtico pastor, maestro de liturgia musical atento y dominador, capaz de mantener un gesto recio para transformarse según el número en ángel llevando las melodías de una voz a otra, contagiar ímpetu o calma, maestro de capilla y organista sinfónico con unas manos dibujando sílabas, frases, capítulos, obra magna de "Bach dios nuestro" y padre de todas las músicas. Escribiendo todavía resuena ese coral final Ach Herr, laß dein lieb'Engelein Am lezten End' die Seele mein... (Deja Señor que, finalmente, tus ángeles lleven mi alma...), pues marca a fuego la propia condición humana hecha Arte Musical.