Tras la mirada de un niño, existe una vivencia que contar. Si además ese niño vive en un orfanato, esa vivencia seguramente tendrá muchos episodios dramáticos. Un director tiene muchas formas de contar algo así y, posiblemente, la manera en que lo ha retratado Claude Barras sea la más hermosa y emotiva.
Courgette ("calabacín" en castellano) se llama así porque su madre, adicta al alcohol, le puso ese apodo y es su forma de recordarla. Cuando ella fallece, le trasladan a un hogar de acogida donde conocerá otros niños también abandonados ó sin familia que les acoja. Todos ellos transmiten sus carencias a través de pequeños gestos o detalles.
Curiosamente, pese a las reticencias iniciales, poco a poco se irá integrando con sus compañeros hasta llegar a formar una familia basada en la amistad y el apoyo. Este cuento narra de una manera sencilla una gran cantidad de situaciones de gran impacto sentimental, algunas de ellas tremendamente duras.
José Daniel Díaz