Mystic River y Sin perdón. Lo mejor de Clint Eastwood

Se pueden contar con los dedos de una mano los directores vivos que tienen en su haber trabajos de una calidad incontestable. Obras maestras, en su mayoría, que respiran el clasicismo de un cineasta que supo combinar como pocos su talento tanto detrás como delante de la cámara. Sin embargo, no es este el momento de hablar del Eastwood actor ya que la encuesta se centraba en elegir su mejor trabajo como director. Y es complicado decantarnos por una única cinta. Tanto que los votantes han decidido que ese título sea compartido por dos películas redondas.


Con Sin perdón (1992), el director recupera el western de una manera soberbia en un momento donde el género no contaba con grandes aliados. Los sentimientos contradictorios en el cine de Eastwood tienen una notable representación. No todo es blanco o negro y otro claro ejemplo lo encontramos en Mystic River (2003). Una joya que nos adentra en una historia sobre los límites de la moralidad. Excelentemente narrada e interpretada. Cala hondo en el espectador, como hemos apreciado. Su compartido primer puesto en la filmografía de Eastwood lo avalan.


Ha sido complejo elegir la mejor cinta del director. Viendo los resultados no es para menos. La medalla de plata también se divide entre dos películas que han marcado de un modo u otro la trayectoria del viejo Clint. A tan sólo un voto de coronarse como mejor película, Los puentes de Madison (1995) es digna de su puesto. Navegamos por un río de emociones en el que resulta imposible no replantearse el destino de sus protagonistas. Maravillosa pareja protagonista en una historia inolvidable. Gran Torino (2008), uno de sus últimos trabajos recibió el mayor de los premios: el aplauso del público. La academia se olvidó de este auto-homenaje que se brinda Eastwood. Un servidor aún está buscando el motivo del éxito de la cinta. Espero encontrarlo algún día.

El tándem formado por Swank y Eastwood pasó a la historia como un brillante ejercicio fílmico. Con Million Dollar Baby (2004)  participamos en una orgía de emociones digna del mejor Eastwood. El guión  no admite reproches. Para muchos su obra cumbre, sin embargo se tiene que conformar con un aplaudido tercer puesto.
A sus más de ochenta años sigue aportando cintas inolvidables. Su regusto clásico y su maestría dirigiendo convierten en oro todo lo que toca. En ocasiones brillando con luz propia y en otras conduciendo por nuevas autopistas hacia un destino conocido.