Nacho Vegas presenta esta noche 'La Zona Sucia' en Madrid con las entradas de la Sala Joy Eslava agotadas y con otras dos citas pendientes en la capital que dan buena muestra de la expectación que ha generado este trabajo. Con una iniciativa de autoedición muy loable, todavía más al comprobar la inmejorable sintonía con los responsables de Limbo Starr tras su salida del sello, La Zona Sucia ha llegado y arrasado en lo que a acogida de público y beneplácito de crítica se refiere. Nacho Vegas atraviesa un momento dulce que tiene la oportunidad de plasmar en el arranque de su gira de directos.
La zona sucia en Fórmula 1 es la que se llena, fuera del trazado que siguen todos los coches, de impurezas que pueden provocar un accidente, es decir, la que debes evitar a toda costa si vas a más de trescientos kilómetros por hora. Tras escuchar el disco no se encontrará más referencia a algo que tenga que ver con velocidad, todo lo contrario, más bien parece el resultado de un esfuerzo por ralentizar un desenfrenado ritmo de acontecimientos o ritmo de vida al fin y al cabo. El hilo conductor de los diez temas que componen La Zona Sucia es narrativo, mucho más que musical, son historias vividas, contadas en forma de canción y que vuelven a dejar de manifiesto el brillante manejo del lenguaje del que ya se considera uno de los popes de la canción en castellano dentro del panorama alternativo.
En ocasiones se produce un abuso de la repetición como recurso literario, pero en general, las letras de este disco son todo un alarde de ingenio, de inteligencia y, lo que es en ocasiones más difícil, de inteligencia emocional. Nacho Vegas construye imágenes jugando con las palabras hasta encontrar obras maestras como “La gran broma final” o “Taberneros”. No estoy tan segura de que me encajen determinados arreglos, como los coros de voces infantiles, pero insisto en que, gustos o estilos musicales al margen, cualquiera puede deleitarse e identificarse con las historias narradas en La Zona Sucia.
Historias entorno a dos grandes ejes argumentales: el sempiterno amor- desamor, Vegas es probablemente el mejor trovador de las rupturas en castellano, y el miedo. Miedo innato ante lo cruel de nuestro destino, angustia o dolor existencial que hay que ser poco inteligente, emocionalmente hablando, para no leer, ya no en cada línea de sus canciones, sino casi en cada gesto de Nacho Vegas. Nadie como él ha sabido canalizar ese terror que en ocasiones a todos nos atenaza en obras de arte.
A pesar de que parece insistir en que ha habido un esfuerzo de simplificación en la manera de afrontar este trabajo, el Nacho Vegas de La Zona Sucia sigue siendo críptico y, precisamente, en esa facción suya algo maldita, en sus zonas más sucias u oscuras se encuentre lo mejor de él, musicalmente hablando. De la misma forma que en su renuncia total al rock, por mucho que un artista necesite reinventarse, es peligroso obviar que al hacerlo en aspectos que te definen tanto, puede provocar en el resultado cierto aire forzado, que interrumpa los canales de conexión y transmisión con el resto.
Sólo tras su puesta de largo en directo podremos comprobar hasta qué punto ha conectado La Zona Sucia de Nacho Vegas con el público, aunque todo parece ya apuntar a futuras crónicas de un éxito anunciado.
7/10
Por: Isabel M.