Poco después del inicio de la Segunda Guerra Mundial, comenzaron a llegar un gran número de cartas de pilotos femeninas a los órganos de gobierno de la Unión Soviética. El contenido era casi siempre el mismo: todas insistían en querer ser enviadas al frente para luchar junto a los hombres. En esa misma época, la piloto y heroína de la URSS Marina Raskova, conocida en toda la nación por su legendario vuelo directo entre Moscú y el Extremo Oriente en un bimotor ANT-37 Patria, propuso la idea de crear un regimiento aéreo formado exclusivamente por mujeres. La propuesta de Raskova comenzó a ser estudiada y los órganos responsables prometieron reflexionar sobre el asunto. Pero, en la práctica de la aviación mundial, no había ningún ejemplo de una formación de ese tipo. Mientras tanto, las cartas no paraban de llegar.
Por fin, la famosa aviadora consigue el permiso del propio Stalin para crear un regimiento femenino y la selección de voluntarias comenzaría a mediados de 1941. Tras un curso intensivo, se formaba el 588.º Regimiento de Bombardeo Nocturno (rebautizado dos años más tarde como 46.º Regimiento de Guardias de Bombardeo Nocturno), que se convertiría en la única división femenina de bombardeos nocturnos del mundo.
La primera regla impuesta a las mujeres era sencilla: tener el cabello con un corte masculino, cortándolo hasta la
El 27 de mayo de 1942, el regimiento de las Brujas de la Noche, con un total de 115 chicas de entre 17 y 22 años de edad, partía finalmente para el frente. La primera ofensiva la realizarían el 12 de junio de ese mismo año.
Las jóvenes aviadores volaban en pequeños biplanos de baja velocidad Polikarpov U-2 (PO-2), que antes de la Segunda Guerra Mundial se habían usado en el entrenamiento de pilotos. La cabina de pilotaje abierta con visera acrílica no protegía a la tripulación de los disparos, ni tan siquiera de los vientos fuertes.
Sus frágiles aeroplanos no contaban con radio, alcanzaban velocidades que apenas superaban los 120 km/h y los 3 km de altitud máxima de vuelo. Las únicas armas disponibles a bordo eran pistolas TT: habría que esperar hasta 1944 para estar dotados de ametralladoras.
El PO-2 tampoco tenía ningún compartimento para bombas y, por lo tanto, había que fijarlas directamente a la parte inferior del aeronave. A pesar de que el avión no podía cargar muchas bombas al mismo tiempo, lo cierto es que conseguía hacer impacto en los objetivos con una precisión extraordinaria.
Las Nachthexen llegaban a realizar 10 vuelos por noche. Mientras que la copiloto llevaba las bombas menores en sus propias rodillas y las lanzaba manualmente sobre los objetivos, las pilotos detenían el motor, y en absoluto silencio, hacían caer las bombas sobre el enemigo. Cabe destacar que aparte de bombas, también transportaban cargas con medicación, comida, municiones, correo, etc.
La tripulación de los PO-2 se reducía a una piloto y a una copiloto: todas eran, en su mayoría, estudiantes universitarias. Por ejemplo, Irina Rakobolskaia estudiaba en la Facultad de Física de la Universidad de Moscú, Polina Gelman cursaba estudios de Historia y Raisa Aronova formaba parte del Instituto de la Aviación de Moscú. Con estas mujeres, el regimiento se cargó de una nueva atmósfera: daban clases, editaban publicaciones e incluso escribían poesías.
La comandante de la unidad, Yevdokiya Bershanskaya, fue la única mujer que llegó a ser condecorada con la distinción de Caballero de la Orden de Suvórov. Bajo su liderazgo, el regimiento luchó hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial. Durante todo el transcurso del conflicto, las aviadores del 46.º Regimiento de Guardias de Bombardeo Nocturno realizaron cerca de 24.000 vuelos.
Las jóvenes pilotos festejaron el día la victoria cerca de Berlín, recordando las 33 compañeras que no pudieron vivir para disfrutar de aquel día tan feliz para ellas. En un principio, estas ases de la aviación escribían en las bombas un ¡Por la Patria!, pero tras las primeras bajas en combate, comenzaron a aparecer inscripciones con nombres propios. Nueve de estas mujeres fuera de lo común fueron homenajeadas con el título de heroínas de la Unión Soviética por su gran valentía durante la Segunda Guerra Mundial.