¿Naciste en los 80s y ya estás “matao”? Tus padres vivían (y viven) mejor que tú

Publicado el 30 agosto 2016 por Retropica @retropicaweb

Estrenamos ésta sección de la RetroColumna, lugar donde hablaremos de cosas que, si bien tienen un trasfondo “retro” como toda la página, son más de actualidad y de opinión.

Para empezar, vamos a comentar un hecho que parece bastante generalizado y, si bien no tenemos estudios científicos que lo avalen, creemos que el simple visionado de las vidas de 4-5 amigos son suficiente “espacio muestral” para darlo por bueno… Nos referimos a que:

Con “treintaitantos” (o a veces con menos) ya estás agotado de la vida moderna

Y es que cuesta mantener “el ritmo” en una generación que está aprendiendo a estar siempre conectada, y que por ende es incapaz de desconectar del trabajo, los problemas o en general cualquier cosa que sea “la paz” gracias a los smartphones, tablets y demás “ordenadores llevables”. Definitivamente, al menos en España, los “milenials” van a vivir peor que sus padres. Así de simple.

Sarna con gusto, no pica

De todas maneras sería injusto culpar sólo al “sistema”, al momento económico/político y esas cosas… Muchos de nuestros males, nos los hemos buscado nosotros mismos.

Vamos a poner unos cuantos ejemplos. Mismamente para empezar, las vacaciones. Nuestros padres (en general) se iban a Torrevieja, Jávea o sitios similares a DESCANSAR dos semanas. Se chupaban sus atascos, ok, pero estaban sus dos o tres semanas de vacaciones SIN HACER NADA y eso era sagrado. No se “hervían” leyendo los mails en el móvil de los amargados que estaban en la oficina y cuyo único consuelo es Whatsappear a la gente de vacaciones con temas “que no pueden esperar”.

Nosotros, en cambio, al margen de no desconectar gracias a las nuevas tecnologías, nos vamos a un país de dudoso nivel sociocultural pero espectaculares playas y/o junglas a patearnos durante 7 días las zonas más agrestes (pero impresionantes) del mismo, encadenando vuelos transoceánicos con domésticos, rutas en autobús interminables y, al llegar el domingo a casa, de “empalmadita” volver a currar. DESCANSO TOTAL.

La generación mejor formada de la historia

Así se define a nuestra generación y, sin descontar que seguramente sea verdad, esto choca directamente con un país incapaz de retener el talento, y que sostiene el empleo con “pilares” como el turismo y su mano de obra poco cualificada y temporal, o la industria automovilística, que igualmente requiere (generalmente) mano de obra de escasa cualificación, y que cualquier día se irá a otros países de la UE como Polonia o Rumanía que, de momento, tienen sueldos más bajos…

En cualquier caso, en los españoles cualificados que consiguen un trabajo, se enfrentan a jornadas interminables, sueldos bajos y una inestabilidad laboral nunca vista en nuestro país , con la que algunos padres nuestros se encargan de recordar que su amigo X entró de aprendiz en tal empresa (industrial, claro) y ahí se jubiló de jefe”, rememorando un esquema laboral tan en extinción como el de que “papá trabaja y mamá es ama de casa”, otro imposible ya que, sin dos sueldos, vivir dignamente, especialmente en las capitales de provincia, es una quimera.

De todas maneras nuestros padres tuvieron algo a su favor y es que se han beneficiado de la entrada de España en la Unión Europea, el paso al Euro y todas las ventajas de pasar de ser un “país de pandereta” a secas a ser un “país de pandereta europeo”: sus casas compradas en pesetas se han revalorizado de una forma increíble, y aquellos que vendieron en el momento del “pelotazo” anterior a la gran crisis hicieron cábalas como pagar a tocateja casas nuevas vendiendo sus casas antiguas, siendo las nuevas muchas veces más grandes y mejores en ubicación que las anteriores, o creando unas plusvalías con las que se compraban una segunda casa.

¿La agenda? Llena, por favor

En cualquier caso, nuestros padres en general se tomaban todo de forma más “relajada”, y no por ello creo que nuestra generación haya crecido más infeliz que nuestros hijos, sino todo lo contrario. Recuerdo a mis amigos de pequeño, jugar en el parque con la arena, hacer circuitos de chapas, hacer tirachinas con la parte superior de las botellas de 2L de CocaCola y usar de munición “cualquier cosa”, generalmente “tomatitos” (que era el fruto de un arbusto que ponían en nuestros parques y que eran como “tomates” del tamaño de un guisante)… En general, éramos felices con menos que ahora, no diré con “poco” que quizá suene muy “posguerra”, pero si que necesitábamos menos “estímulos” para entretenernos y ser felices.

Nuestros padres tenían amigos, pero los justos. Si se veían de pronto en pronto, bien. Si no, también. Ahora parece que si no quedas fin de semana si y otro también con gente, eres un asocial. Por supuesto, ir a un restaurante era casi un acto “de estado” cuando éramos pequeños. Ahora tenemos que ir de sitio “in” a otro, probando el menú de temporada del chef de turno porque si no es que eres un triste de la vida.

Los compromisos sociales nos devoran, y llegando a la treintena aparecen las bodas de amigos y no tan amigos, que además merman nuestra economía porque “al menos hay que cubrir el cubierto” en sitios donde no baja de 100-120€. Y es que hay que ser solidario, porque los novios se han metido en un crédito de 30000€ para el festejo, y si no contribuimos es probable que estén años pagándolo.

Nuestra vida debe merecer la pena (o al menos parecerlo)

Pues si, general parece que tenemos la necesidad imperiosa de tener una vida plena y si no, al menos que lo parezca.

Los estudiosos del siglo XXII (si es que para aquel entonces los hay y no somos todos “tronistas”), indicarán el mal que degeneraron las Redes Sociales llamado POSTUREO: si tu vida no parece la de una estrella del celuloide, directamente apestas.

Ello además nos lleva a que insuflemos a nuestros hijos las mismas necesidades: ¿Cómo no va a tener el niño de 1 año su fiesta temática de Peppa Pig? ¿Qué clase de fotos va a ver cuando sea mayor? ¿Cómo no va a ir a Disnelyland, Disneyworld y Disneywhatever?

En nuestros cumpleaños, venían los amiguitos, había tarta y poco más. Pero eso sí, nos lo pasábamos genial sin cupcakes personalizados, y eso que nuestros padres no podían tirar de las guías de Pinterest para decorar nuestra fiesta y hacerla temática, o conocer “100 maneras de entretenernos en los días de lluvia”. Los padres de nuestra generación eran una fuente de seguridad, de valores y de amor familiar, no unas máquinas de entretener e idiotizar niños.

En conclusión, no sé qué le espera a la generación que viene detrás de los millennials (los “nativos digitales” o “generación Z” o como se les quiera llamar) pero desde luego si siguen ahondando en lo que estamos haciendo nosotros ya puedo predecir lo que cada día es más evidente: tenemos teléfonos cada vez más inteligentes, y nosotros cada vez somos más idiotas.

¡Comparte y comenta!

¿Te ha gustado el artículo? ¿No? ¿Te sientes identificado? ¿Eres el único millennial del universo que vive mejor que sus padres? ¡Dínoslo en los comentarios!